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Un cuerpo en algún lugar


La propuesta escénica de Gon Ramos explora los sentimientos de sus personajes y busca la conexión del público con una dramaturgia que tantea nuevas formas. Un cuerpo en algún lugar interesa pero, sin la intensidad emocional de Yogur Piano, no consigue el mismo atractivo.






La obra se abre con un prólogo en el que Luis Sorolla se dirige al público para expresar algunas ideas, a modo de conferencia, sobre la búsqueda, los límites del espacio, los factores que favorecen la credibilidad de la representación teatral... También nos cuenta que su compañero será el protagonista y él hará varios papeles (de alemán, camarero, sacerdote, niña... madre) para dar soporte a la historia de una búsqueda, la de la amada perdida.

Las transiciones de lugar y personaje se hacen de forma directa, cambiando el tono de la conversación, y funciona muy bien en la dinámica de la obra.


Un cuerpo en algún lugar se puede considerar como un road movie teatral motivado por la búsqueda, que durará años, de un amor que desapareció y que puede estar en cualquier lugar. Una obsesión que pasará por momentos de crisis existencial, por dudas y olvidos; un camino que llevará a encuentros con diferentes personajes. Es, por tanto, una obra construida por breves episodios, algunos más interesantes que otros. Si el prólogo te atrapa por la cercanía, naturalidad y sorpresa como inicio de obra directo al público, la primera historia (la del alemán), sin embargo, se alarga en un diálogo excesivo y carente de objeto, conversación de hablar por hablar. En seguida la obra recobra la frescura y espontaneidad en otros episodios de ese viaje del personaje a ninguna parte y pasamos por momentos que captan la simpatía del público. Uno de los episodios que mejor funciona es el del camarero leyendo la carta ¡qué fuerza! y el de la madre (gran hallazgo dejar que Sorolla haga el papel de madre con su propia voz, neutro).

El texto tiene algunas bellas reflexiones filosóficas que contrastan con el lenguaje directo de algunas conversaciones. El contraste de dos planos dialécticos produce a veces la sensación de una frase forzada, fuera de contexto. Pero esto no impide que esas reflexiones nos lleguen.


La interpretación de Fran Cantos y Luis Sorolla sorprende por su gran naturalidad. Sin ellos no se conseguiría la complicidad que se produce con el público, la risa contagiosa, la mirada intensa que nos hipnotiza (elemento característico en el teatro de Gon Ramos).


La escena tiene un decorado formado por dos sillas y con marcas en el suelo para ir cambiándolas de posición. No he visto mucho sentido a esa precisión de colocación de sillas, que se remarca intencionadamente.


Gon Ramos es una voz con personalidad propia en la dramaturgia moderna, que sabe empatizar con las emociones del público, que busca fórmulas más allá del hecho escénico y que, en mi opinión, precisa ajustar el balance con personajes de mayor desarrollo para conseguir obras importantes no solo por lo que transmiten en el momento sino más allá.

Texto y dirección: Gon Ramos

Actores: Fran Cantos y Luis Sorolla

Producción: In Gravity

Teatro: El Pavón Teatro Kamikaze 2 al 11 de octubre de 2017

Duración: 85 minutos


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