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El tratamiento


El tratamiento es una tragicomedia delirante que Pablo Remón nos cuenta de forma muy original. Nos zarandea al mismo tiempo que nos partimos de risa. Desde el humor nos hace reflexionar sobre nuestra supervivencia en esta sociedad, la renuncia, el paso de la vida, el amor, las oportunidades perdidas... con unos actores redondos.




En el mundo del cine se llama tratamiento a un argumento en el que se detallan las secuencias de la película, con el fin de conseguir vender la idea. Luego, ya vendrá el guión.

El protagonista, interpretado por Francesco Carril, es un guionista frustrado que vive de escribir telepromociones y dar clases a futuros guionistas frustrados. Hasta ahora no ha visto nada suyo en las pantallas. Por azar, consigue presentar a un famoso director uno de sus tratamientos. Director que, por otra parte, es famoso porque ha filmado una película en Hollywood de serie B. El despótico director irá introduciendo modificaciones a su argumento para que, después, la productora introduzca más, más y más cambios. La idea original acabará por no parecerse nada a lo que era al principio: una película sobre la Guerra Civil...

Cuatro actores darán vida a múltiples personajes entorno a ese guionista en busca de una salida a su vida.

El tratamiento tiene unos diálogos ágiles, brillantes, cargados de ironía, disparatados, hilarantes, algunos pasados de rosca (cuando se escenifica el pensamiento liberador del personaje). Diálogos que nos hacen soltar carcajadas, sonreír muchas veces, pero también nos enternecen. Pablo Remón consigue hacernos reír ante las situaciones más trágicas y duras de la historia.

El tratamiento, aunque centrado en el mundo del cine y los guionistas, en realidad nos habla de cualquier persona en busca de un lugar en el mundo, en lo profesional y en lo sentimental: la fragilidad emocional, la forma de enfrentarnos a la manipulación de la sociedad y de los que nos rodean, la frustración del sueño enfrentado a la realidad, el intento de capturar el pasado que ya ha volado, las oportunidades perdidas...

Todo esto y más encontramos en esta obra pero contado de forma divertida y original. Aquí la forma de contar la historia es otro de los grandes valores de El tratamiento. Los actores interrumpen su diálogo, o interrumpen el de los otros, y nos narran, como si fuera una voz de novela, sus pensamientos, lo que va a ocurrir, el pasado de un personaje... en numerosas ocasiones con micrófono en la mano. Hay un juego, entre la acción que vemos en el escenario y la narración directa, que rompe la continuidad de la historia, provocando un refuerzo humorístico e impulsando, de forma muy vital, la reflexión. Realidad, ficción y absurdo se entremezclan con naturalidad en la acción.

El recurso del narrador está muy bien intercalado aunque, en la segunda parte de la obra, debería haberse contenido para evitar algunas repeticiones o descensos de ritmo. Un leve recorte hubiera conseguido una obra más perfecta.


La escenografía de Mónica Boromello destaca por su sencillez e inteligencia. Al fondo hay una pared "de taller" de la que cuelgan objetos de la vida de los personajes como una guitarra, albornoces, chaquetas, un sombrero... que irán cogiendo los actores dejando cada vez más limpia la pared. Unas sillas de cine se irán colocando conforme requiera la escena: la historia transcurre por muchos lugares. Resulta muy significativo cómo los objetos se van descolgando y utilizando hasta quedar la pared vacía.


Todos los actores están geniales, llenos de energía, convincentes, entregados a sus personajes, camaleónicos. Consiguen convertir en algo sencillo (lo es en apariencia) los cambios de registro, el equilibrio de los momentos más desmadrados. Hay química explosiva entre ellos.


Pablo Remón ha escrito una estupenda tragicomedia y la ha dirigido con maestría extrayendo en el montaje todas las posibilidades que tenía sobre el papel. Ha tenido la fortuna de rodearse de los actores adecuados, fundamental para llegar a ofrecernos una función muy especial.


El tratamiento es teatro, película, novela, humor, tragedia de la vida, realismo y paranoia. Un huracán de locura sana que se nos lleva.



Texto y dirección: Pablo Remón

Intérpretes: Ana Alonso, Francesco Carril, Bárbara Lennie, Francisco Reyes, Emilio Tomé

Ayudante de dirección: Raquel Alarcón

Escenografía: Mónica Boromello

Vestuario: Ana López

Iluminación: David Benito

Producción: La Abducción y Buxman Producciones

Teatro: Pavón Teatro Kamikaze 14 de marzo a 8 de abril 2018

Duración: 90 minutos

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