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Servidumbre humana (1915) de W. Somerset Maugham


Nada más empezar a leer esta novela te das cuenta que te adentras en un clásico. Una novela del XX que parte de las fuentes de la gran novela del siglo anterior, de Dickens o Hugo, por poner algún ejemplo, pero con estilo propio. Servidumbre humana plasma las contradicciones del hombre en una sociedad en la que la soledad del alma humana no encuentra otros seres con los que compartir sus inquietudes. Un protagonista que, alejado del héroe, conducido de forma irremediable por sus impulsos y sentimientos frente a la razón, buscará su propio destino: elemento común de muchas novelas de Maugham.



Novela que recorre la vida de Philip, un niño nacido con un pie deforme, hasta su plena madurez. El defecto físico marcará su carácter: tímido y orgulloso, susceptible y obsesionado por evitar la humillación, con una cabezonería que le llevará a tomar decisiones equivocadas. Huérfano pronto, es acogido por sus tíos. Su tía intenta tratarlo como si fuera el hijo que nunca tuvo pero él se muestra siempre reservado; su tío, vicario, querrá que siga su vocación y chocará, inevitablemente, con las aspiraciones confusas de su sobrino. Philip dejará de ser creyente, abandonará sus estudios universitarios encaminados a la carrera eclesiástica e intentará ser pasante de abogados sin poder, al final, soportar las condiciones del trabajo. Conseguirá ir a París para emprender su carrera de pintor y allí se rodeará de un círculo de artistas que tampoco encuentran el éxito que esperan. Volverá a Inglaterra para probar con la carrera de medicina, la profesión de su padre... La vida lo irá vapuleando.

La ironía recorre las páginas del libro. El escritor nos describe la inmadurez del protagonista, con amable crítica pero sin ocultarnos sus defectos. A través de sus desventuras, nos muestra el sistema educativo inútil y severo, la incompetencia de los profesores, la ingenuidad maltratada de la juventud, las incongruencias de las personas que le rodean: el vicario, los intelectuales, los artistas... y del propio protagonista, un aprendiz de la vida bastante inexperto.


Al mismo tiempo, con un carácter muy realista, seremos testigos de las duras condiciones de la sociedad que malvive en la pobreza, la falsa aureola de la bohemia o los estragos que producen la enfermedad y el hambre. El protagonista evolucionará de su posición de gentleman privilegiado a una situación de difícil subsistencia. Este contraste vital nos hará recorrer todo un espectro social que marcará al personaje.

Aunque el autor nos describe al principio a un protagonista inmaduro, con el desarrollo y las experiencias, se convierte en una persona observadora que le permite madurar. El entusiasmo juvenil por la amistad, con tintes de amor platónico, cederá a una valoración más objetiva y decepcionante de la misma; irá perdiendo la admiración inicial por los artistas, creadores y entusiastas, al observar que no son tan originales y únicos y, sobre todo, constatar el profundo egoísmo encubierto. Muchas ideas caerán como falsas ilusiones: el duro trabajo y la constancia para alcanzar la excelencia en el arte se le revelará como una falacia, la confianza en el prójimo, la idea del amor, el romanticismo de la bohemia inexistente...


Uno de los aspectos claves de la novela será el amor no correspondido. Su primera experiencia será con una enamorada mujer madura que se convertirá en una carga para el joven; después, la obsesión secreta de una amiga con consecuencias fatales y, sobre todo, el amor incongruente del protagonista por una camarera que siempre lo despreciará y lo esquilmará: una pasión que borra la razón y que lo lleva a la autodestrucción, una relación obsesiva que continúa y persigue de forma irremediable a pesar de ser consciente del veneno y las mentiras de ella. Una relación apasionada que el autor nos arroja llena de aristas. Páginas que demuestran la maestría de Maugham al reflejar la complejidad e incongruencia del alma humana. "Philip no se abandonaba voluntariamente a la pasión que le consumía. Sabía que [ ] estaba destinada a cesar un día u otro. Y esperaba ansiosamente ese día. El amor residía en su corazón como un odioso parásito que se nutría con sangre de su vida y absorbía su existencia..."


Hay muchos temas sobre los que reflexionar y discutir de esta novela de seiscientas páginas que se lee con voracidad. No voy a extenderme mucho más, solo algún apunte que me resisto a olvidar.

La evolución del personaje en relación a la religión y la súbita revelación de la pérdida de fe que describe magistralmente: el precipicio, el sentimiento de soledad y pérdida de apoyo y, luego, la sensación de ser responsable solo ante sí mismo, sin un fardo, pero con dudas y angustia y todo esto con la petulancia de creerse más inteligente. No deja el autor, con sus apuntes críticos, que nos olvidemos de las imperfecciones del personaje.

Tras una búsqueda del significado de su vida, titubeante e inconstante, no tan firme como en los protagonistas de otras novelas, Philip llega a la conclusión de que "la vida no tenía ningún significado, el hombre no tenía la menor importancia. Philip se regocijó tanto como se había regocijado cuando en su juventud se liberó del fardo de la religión. Le parecía ahora que se había desembarazado de su última responsabilidad; por vez primera se sentía completamente libre." Surge la idea de la vida como un dibujo (símil heredado de su experiencia como pintor). Destierra su anhelo de felicidad porque "la alegría importaba poco, lo mismo que el dolor. Uno y otra formaban parte, así como los demás detalles de la vida, de la composición del dibujo... no significarían para él otra cosa que un motivo más que añadir a la complejidad del dibujo."

"El único modo de vivir es olvidando que es necesario morir"

En el momento de la muerte de su tío, al ser testigo del terror del vicario, reflexiona ¡Qué caro se paga el privilegio de ser superiores a los animales!

La mirada de Maugham a la miseria humana es también profunda: el hambre, el hacinamiento, la enfermedad, el abandono, el egoísmo, pero también la (escasa) solidaridad: una familia pobre lo acogerá como si fuera un miembro más de ella.

Servidumbre humana es una gran novela. Un clásico.

Lástima que la traducción no esté siempre a la altura del autor.

También os recomiendo El filo de la navaja, la obra maestra de Somerset Maugham.

Editorial: DeBolsillo. Random House Mondadori

Páginas: 663

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