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1879. Casa de muñecas


La compañía gallega Estudo Momento nos presenta una interesante versión del clásico de Ibsen. Un montaje sencillo que se centra, exclusivamente, en el matrimonio protagonista para profundizar en su relación.


1879. Casa de muñecas nos cuenta la misma historia pero con unos diálogos adaptados para desarrollar la relación de la pareja y excluir las escenas de otros personajes.

Torvald y Nora son un matrimonio tradicional, pequeño burgués, en el que el marido está pendiente de satisfacer todos los caprichos de su mujer, a pesar de los apuros económicos. Torvald acaba de ascender en el banco y parece que los problemas van a desaparecer, si no fuera porque Nora está siendo chantajeada por haber falsificado una firma con la intención de evitar la ruina de su marido. Estos hechos precipitarán el desengaño de Nora al constatar que su marido no la quiere como pensaba. Ella fue una muñeca que pasó del padre al marido.


Ibsen retrata un matrimonio en el que los roles hombre/mujer están claramente definidos hasta que estalla la crisis. El hombre es el que trabaja, llega a casa para recibir las atenciones de su mujer, a la que no se da más valor que a un objeto bello y decorativo, y mantiene una actitud condescendiente, paternalista. Por otra parte, Nora cumple sus funciones de mujer modelo: cariñosa, pendiente de los deseos del marido, sumisa, al mismo tiempo que caprichosa y materialista. El cambio que experimenta Nora, aunque justificado por la reacción egoísta del marido, no es una transición fácil de entender en la obra original de Ibsen. Desde mi punto de vista, a pesar del magnífico diálogo de la escena final, esa transición nunca me ha convencido en su obra. Hay quizá una ausencia de detalles en Nora que haga más verosímil la transformación, un personaje menos monolítico, siempre egoísta y superficial.


Este montaje consigue que esa escena final llegue con más credibilidad, tras observar la relación del matrimonio a lo largo de toda la función. Los dos actores interpretan con sencillez a sus personajes, quizá con un exceso de contención, pero con una eficacia que permite que nos adentremos, con mirada de voyeur, en el ritual íntimo de las tardes de la pareja.

Los hechos que ocurren fuera del matrimonio no siempre quedan claros en esta representación y puede generar cierta confusión en el no conocedor del argumento. El asunto del prestamista y la firma, es un ejemplo. Con la intención de aclarar las transiciones de una escena a otra, se utiliza una voz en off en un tono radiofónico y poético que provoca cierto desconcierto, demasiado impostado; además, de forma paradójica, en la mayoría de las ocasiones resulta innecesaria, se queda en un comentario narrativo superficial.


La dirección dramatúrgica debería haber sido algo más valiente: no recurrir a la voz narrativa en off y buscar otros recursos escénicos; por otra parte, permitir que sus personajes salgan de su contención, antes y después del conflicto. He echado de menos un pulso más enérgico.



En definitiva, una propuesta agradable que permite disfrutar de un clásico con el foco centrado en la raíz de la obra original: la hipocresía del matrimonio. Una propuesta que se hace desde el amor a Ibsen y que se nota.



Texto: Henrik Ibsen

Versión y dirección: Xoán Carlos Mejuto

Intérpretes: Xoán Carlos Mejuto e Iria Ares

Escenografía: Xoán Carlos Mejuto

Iluminación: Antón Arias

Vestuario: Carmen Casal

Producción: Estudo Momento

Teatro: Off de La Latina En noviembre de 2017

Duración: 60 minutos

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