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La fiesta del Chivo


Adaptación teatral de la novela de Mario Vargas Llosa que funciona muy bien gracias a la síntesis argumental, muy necesaria, que se ha centrado en la figura del dictador y el drama de la protagonista.

Juan Echanove recupera su buen pulso interpretativo tras el traspiés con Rojo y Carlos Saura confiere a esta obra más vida que en la abúlica El coronel no tiene quien le escriba.


La acción transcurre en la República Dominicana durante la dictadura de Trujillo. Seremos testigos de las reuniones que el dictador tiene con su séquito personal: el militar ejecutor, el embajador complaciente, colaboradores como el Doctor Balaguer o el senador Agustín "Cerebrito" Cabral (padre de Urania). Personajes humillados por el dictador al capricho del mismo.

Urania ha vuelto a su país tras décadas de exilio para visitar a su padre enfermo, aquejado de un ictus cerebral que le impide hablar. Ella guarda el secreto traumático que la obligó a huir hace ya mucho tiempo pero sin haber curado las heridas.

Estos son los dos focos y tiempos por los que transita la obra.


El certero e implacable retrato que Vargas Llosa hace del dictador está plasmado en esta versión teatral, desde la "normalidad" y la autocomplacencia del mismo: salvador de la patria, trabajador incansable para mejorar su país, ingratitud del pueblo, ineptitud de la gente que le rodea, negociador astuto para evitar la injerencia extranjera... En realidad, genocida, torturador, violador, egocéntrico, ambicioso, receloso, solitario en el poder, insaciable y siempre insatisfecho.


Juan Echanove nos regala otra de sus grandes interpretaciones, nos deja palpar su personaje, observarlo, conocerlo a fondo sin subrayados. El resto del elenco consigue también la necesaria verosimilitud para que nos sintamos testigos ocultos del salón oficial del dictador. El único detalle poco convincente es que Saura ha dejado demasiado evidente el temor que le tienen, con esos pasos hacia atrás que repite en varias ocasiones, ante la posible cólera de Trujillo. Más difícil era hacer creíble el personaje de Urania, interpretado muy bien por Lucía Quintana, cuando es una adolescente. Dirección e interpretación se aúnan para hacer olvidar al espectador la diferencia de edad y poder empatizar con la truculenta escena, origen de todo el relato / obra. Solo por ello, me reconcilio con Saura director teatral.


Esta función, no obstante, adolece también de cierto inmovilismo, con dos escenarios fundamentales: cuarto familiar con el padre y la hija (aparece y desaparece de forma intercalada) y salón palaciego en el que entran y salen los personajes conforme se requiere su presencia, sin transiciones bien desarrolladas. Una técnica muy cinematográfica.


La escenografía, dos sillones con cortinaje lateral, se completa con proyecciones en pantalla de escenarios pictóricos impresionistas de cierta belleza.


La fiesta del Chivo es una función que arroja una honesta mirada a un deshonesto personaje, un dictador que es un ejemplo de muchos otros.


Una muy grata sorpresa.



Texto novela: Mario Vargas Llosa

Adaptación: Natalio Grueso

Dirección: Carlos Saura

Intérpretes: Juan Echanove, Lucía Quintana, Manuel Morón, Eduardo Velasco, Gabriel Garbisu, David Pinilla

Ayudante de dirección: Gabriel Garbisu

Iluminación: Felipe Ramos

Escenografía, videoescena y vestuario: Carlos Saura

Producción: Okapi

Teatro: Infanta Isabel

22 de noviembre de 2019 al 15 de marzo de 2020

Duración: 90 minutos

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