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El pequeño poni



La obra plantea el tema del acoso escolar tomando como referencia dos hechos ocurridos recientemente en Estados Unidos, aunque Paco Bezerra crea una obra independiente y con personalidad propia.








Un niño es acosado, entre otros motivos, por llevar una mochila con dibujos infantiles de la serie Mi pequeño poni y el colegio plantea a los padres que su hijo no lleve a clase la mochila, en lugar de aplicar medidas contra los acosadores.


Al inicio de la obra vemos una pareja que vive en aparente armonía, una pareja feliz, aunque pequeños detalles permiten intuir su fragilidad: horarios distintos de trabajo (él trabaja por las noches), desconocimiento de los gustos del otro…


Cuando surge el conflicto, cada uno toma decisiones diferentes. El padre apoya la libertad de su hijo, la opción de respetar la diferencia, la peculiaridad de cada uno frente a la opinión generalizada de lo que es normal o no; la madre prefiere renunciar porque la seguridad de su hijo es lo más importante frente a sus gustos prescindibles. Las discusiones se suceden y el distanciamiento, los silencios, la extrañeza del otro… se va imponiendo. La situación se va desbordando, el padre llega a perder los papeles y es expulsado del colegio por su actitud violenta. Esta situación repercute en el propio hijo (personaje presente pero siempre ausente en escena) con graves consecuencias.


Aunque el acoso escolar es el tema principal, he de reconocer que éste no se desarrolla a fondo, incluso se permite una resolución blanda, no convincente. La obra me ha destacado por esa historia de una pareja que se enfrenta a una situación límite que la pone a prueba. Y éste problema puede ser el acoso o cualquier otro importante: en éste aspecto, la obra se universaliza y deja de ser sólo una exposición de un tema de actualidad, por importante que éste sea; la obra adquiere valor más allá del tema, hay unos personajes reales que gracias al genial texto de Bezerra y la actuación, permite que vivamos muy de cerca el enfrentamiento y distanciamiento progresivo de la pareja, sus silencios, el descubrimiento de aspectos desconocidos de cada uno.


Roberto Enríquez hace una gran interpretación, contenido a pesar de sus ataques de furia y desesperación, un personaje desesperado, humano, cercano. María Adánez vuelve a demostrarnos su solidez como actriz de teatro dramático. No es fácil sostener un drama sin caer en los excesos y Luis Luque en la dirección ha sabido llevarnos por esta tragedia con mano firme.

Hay algún aspecto, desde mi punto de vista, mejorable o prescindible. Vayamos por partes. En la separación de las escenas, la mayoría son breves, la presencia de los actores en el escenario cambiando de vestuario o actitud, rompe la inmersión del espectador en el drama. Por otra parte, el discurso dramático no se permite cambios de dinámica, sigue una línea continua durante la hora y media. Esto puede producir cierto cansancio en el espectador, aunque no fue mi caso. Y totalmente prescindible la proyección con los niños y los carteles de acosador físico, acosador verbal, etc. Supongo que a la mayoría le habrá gustado pero en el contexto de una obra por encima de un formato publicitario/ denunciador directo, sobra.



Texto: Paco Bezerra

Dirección: Luis Luque

Actores: María Adánez y Roberto Enríquez

Ayudante de dirección: Hugo Nieto / Álvaro Lizarron

Escenografía: Mónica Boromello

Iluminación: Jesús Gómez Cornejo

Vestuario: Almudena Rodríguez

Producción: Celestino Aranda

Teatro: Teatro Bellas Artes 17 de agosto a 16 de octubre de 2016 (estreno previo en otras ciudades)





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