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El fabuloso mundo de nada (2010) de Javier Mije


Los libros de cuentos o relatos cortos no tienen la misma acogida que las novelas, es un hecho; a pesar de contar con genios en este tipo de literatura como Stefan Zweig, Horacio Quiroga, Edgar Allan Poe, Robert Louis Stevenson, John Steinbeck o Jack London.

Javier Mije (Sevilla, 1969) reúne en este libro una docena de relatos en los que encontramos historias de amor, desesperanza, soledad, fragilidad, violencia. Cada historia nos envuelve en una atmósfera agobiante, hermosa en palabras, cínica o irónica en ocasiones. Las vivencias nos golpean. En ocasiones, nos tenemos que dejar llevar para llegar al sentido de la experiencia relatada, siempre con los sentimientos como protagonista (incluso en la ausencia de ellos).





Los relatos destacan por la originalidad de la propia historia o por su forma de contarla, por el cuidado en las frases, las metáforas, el ritmo. Como en los mejores relatos, hay giros inesperados, finales que te dejan clavado en tu asiento, emociones cuyo eco se prolonga más allá del final de su lectura. Están impregnados de un aura melancólico, fatalista, pesimista, hay poca luz en estos personajes desarraigados.

Algunos apuntes:

“Las tres y diez” cuando descubres el significado del título empiezas a entender que Mije va a utilizar la ironía como base de sus historias y que el vacío existencial va a estar presente en sus personajes.

“<Clapham Juction>” es la historia de una mujer que intenta adaptarse a una ausencia, con la esperanza del regreso; por el día se consuela con la rutina, observa el trasiego de gentes, todo igual, nada cambia (la ausencia puede dejar de ser) y observa un anciano que también espera (junto al escaparate de una tienda de muebles) como ella, repetidamente, y tiene una esperanza: que también termine su ausencia. Pero la vida no es lo que parece, no responde a un guión.

“Último vuelo” es el primer relato dentro del mundo del circo, recurrente en este libro. Algún personaje vuelve a aparecer en una historia diferente. La desesperanza del hombre bala, protagonista de este relato, es patética. En su último acto tiene la determinación que no ha logrado a lo largo de su vida.

“Asiento de ventanilla”, una visita a una expareja que sabes desde el principio que no deberías hacer. Ha pasado mucho tiempo y la ve: ‘Era en todo la misma salvo que alguien había martillado sus ojos hasta hundirlos’. Un título que tiene su sentido en la frase final, en el regreso, cuando ya nada será igual tras esa visita.

“Lamento del lanzador de cuchillos”, con ironía, dureza, desolación, nos cuenta su vida con su mujer y compañera de número de circo, tedio de la vida y de la pareja, rutina que impide que los cuchillos no alcancen su objetivo.

“Fado” es una historia de amor y desamor que transcurre en un tren. Nos describe, de forma metafórica, la vida como un tren: inestable como la plataforma que conecta dos coches, un temblor como el producido al pasar otro tren y después nada, un número interminable de portezuelas…

“Amapola” recuerda el vacío existencial del personaje de Camus de

“El extranjero”. La imagen de la amapola es una sarcástica metáfora del jardín que replanta la esposa.

“Cuento de la mujer barbuda, la luna y el león”, único relato en el que el recurso utilizado para su construcción me parece forzado: la historia dura el parpadeo de un león, inicio y fin.

En “Peces voladores” un marido abandona la idea de ir a Praga tras los pasos de Kafka para ir de vacaciones a la playa, tal y como quiere su mujer. La ironía impregna el relato, el marido sustituye el libro El Proceso por uno del Triángulo de las Bermudas. El protagonista nos dice de su mujer: ‘¿Pueden imaginar un corazón en forma de cuentagotas?’. A pesar de la vulgaridad del viaje, de la gente que le rodea, de su mujer, hay un espacio y un momento para la felicidad… que no se repetirá.

“Análisis” nos imbuye en la atmósfera sobrecogedora de un hospital, en espera de un resultado que puede cambiar/acabar con nuestra vida. La gente es más amable en el hospital: ‘Solidaridad de náufragos’.

“Un disparo mortal” es una vuelta al mundo del circo a través de los ojos de un niño que termina por descubrir que el mayor espectáculo del mundo no es el mundo feliz y de fantasía que esperaba, sino que le desagrada: el contorsionista llora la rigidez de sus huesos, el látigo castiga la mansedumbre del león... Y aparece el hombre bala, donde nos habíamos quedado en “Último vuelo”. Y una frase final del relato nos deja, una vez más, con un puño en nuestras entrañas: ‘…el hombre bala acabó de un disparo mortal con mi infancia’

En definitiva, un libro muy muy recomendable y un autor que hay que seguir leyendo.

Javier Mije ha escrito dos libros de relatos, el primero fue El camino de la oruga, y una novela en 2014, La larga noche.

Editorial: Acantilado

Páginas: 104

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