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Los perros y los lobos (1940*) de Irène Némirovsky


Irène Némirovsky es una de las mejores escritoras de la historia de la literatura que, hasta su reciente recuperación, ha permanecido casi desconocida. Ella escribe desde el alma, aun en sus obras menores, describe unos personajes que deben sobrevivir en una sociedad dura y sabe contar las historias como sólo saben hacerlo aquellos que están tocados por el genio. Ahonda en la psicología del ser humano, con visión objetiva, como los que debió conocer y analizar y escribe con belleza, atenta al lenguaje y sus posibilidades.






En “Los perros y los lobos” la historia está protagonizada por Ada, una niña judía ucraniana que vive en una ciudad donde los judíos son tolerados en algunos barrios y donde el dinero, como siempre, rompe restricciones. Su familia, padre, abuelo, tía y dos primos, conviven en la misma casa, hay pobreza pero no miseria. Su padre es un comerciante que hace negocios entre los pobres y los ricos de la ciudad, un intermediario. Un día conoce a Harry, lejano y rico familiar, y ella se enamora de forma obsesiva y oculta. La situación es inestable en Ucrania y en una noche de pogromo contra los judíos, ella y su primo Ben acaban refugiándose en la casa de Harry: el contraste entre la riqueza del lugar y los dos desarrapados es brutal. El destino de Ada y Harry, aunque marchan a la seguridad de París, lleva caminos diferentes: Ada se casa con su primo Ben, un matrimonio de circunstancias. Harry se casa con una rica heredera francesa, Laurence, a pesar de la oposición familiar. Él vive su vida de desahogo, ella pinta cuadros que reflejan el paisaje inhóspito, las gentes duras de su país. Las vidas de Ada y Harry se volverán a encontrar a través de la pintura. Es aquí donde la pasión de los personajes y el desarrollo de los mismos nos atrapan definitivamente.


Némirovsky utiliza un lenguaje sencillo pero sutil, sus descripciones de personajes es descarnada, sabe penetrar en la psicología del individuo y de la sociedad. No me resisto a seleccionar algunos fragmentos que demuestran su percepción y profunda escritura:

  • Presentación en una fiesta de una joven sin recursos y los pensamientos del joven rico: “ Si temblaba de aquel modo ante ella, no era porque a sus ojos representara la pobreza, sino el infortunio, y un infortunio extraña, siniestramente contagioso, como sólo puede serlo una enfermedad” (p.80)

  • El desamor de la infancia: “Se había ido distanciando de él a medida que crecía, como se olvida un libro leído y venerado durante la infancia. Todavía te gusta, pero entonces creías en él. Ahora sabes que sólo era poesía, invención, una quimera, apenas nada…” (p.91)

  • "A Laurence no la asustaba la amante, sino la amiga de su marido. Cuando éste regresaba a casa, no lo hacía como el hombre agotado por la pasión que recupera la tranquilidad, la insipidez conyugal... sino como quien ha dejado la calma del puerto para adentrarse en un mar embravecido."(p.173)


La construcción de la novela no es lineal ni homogénea, algo inhabitual en su escritura. Nos encontramos con algunos párrafos que resumen de forma apresurada acontecimientos vitales de sus personajes; por ejemplo, la decisión de la boda entre los primos o, sobre todo, el inicio del capítulo 18 en el que la prima Lilla abandona París con un amante, casi una anotación. Aunque la novela interesa desde el principio, no es hasta la mitad del libro cuando nos reencontramos con la autora de sus mejores escritos; aquí todo fluye con energía, los personajes, en las situaciones más extremas de amor, odio, éxito o fracaso, están llevados por su pluma con la genialidad habitual en ella.


Nos encontramos con muchos hallazgos narrativos a lo largo de la novela; por ejemplo, la brillante forma de acabar un capítulo con el final de un matrimonio a través de lo que espían los criados, o los recuerdos que a Harry le traen los cuadros que ve en la tienda descritos con una gran fuerza impresionista y con rememoranzas proustsianas, o el envejecimiento de un padre tras la lucha, ya abandonada, por evitar la boda de su hija, visto bajo la mirada de ella (una victoria con derrota)…


En esta novela sorprende la descripción despiadada, incluso diría que tópica y peyorativa, de los judíos; algunos ejemplos: sobre los comerciantes judíos dice “suplicaban, se rebajaban y criticaban la mercancía del rival; se lamentaban, jugaban en falso y hacían uso de todos los recursos de su imaginación y sutil dialéctica para cerrar la venta” (p.11); “el dinero era bueno para cualquiera, pero para el judío era como el agua que bebía y el aire que respiraba”(p.24); “esa mezcla típicamente judía de insolencia y servilismo”(p.142). Descripciones físicas donde la nariz afilada es una característica recurrente, hombres de baja estatura, tez aceitosa, rasgos afilados y ojos inquietos, etc. Pero, al mismo tiempo, se intuye en la autora ese amor a sus orígenes y ese desafecto por los valores occidentales. Hay más de rechazo a los valores de riqueza, burguesía, clase, que a los motivos de origen. Vemos un debate de la autora por sus raíces judías que no compartía en sus aspectos más materialistas y mezquinos y, por otra parte, una atracción por los valores que compartía de esa sociedad cerrada y apasionada. Y por otra parte, un sentimiento de dualidad hacia la sociedad occidental francesa, atraída por lo bello y detestando lo peor de los valores burgueses, una sociedad fría, culta y desapasionada muy ajena a la cultura de sus orígenes.

De hecho, en la descripción de algunos franceses tampoco oculta la xenofobia; aquí los pensamientos de un rico francés sobre la boda de su hija con un judío: “Además, no se trataba sólo de un judío, sino también de un extranjero”, “… no era xenófobo, pero cuanto procedía de Oriente le inspiraba una desconfianza insuperable. Eslavo, levantino, judío….No había en ellos nada claro ni seguro…”


Si no habéis leído nada de esta autora, empezad por “David Golder” y continuad con su obra maestra “Suite francesa”. Entre unas y otras, también podéis dejaros arrastrar por “El maestro de almas”, “El ardor de la sangre”, “El baile” o esta novela. En otro lugar hablaré de su obra.


Irène Némirovsky (Kiev, 1903-Auschwitz, 1942) fue una escritora que huyó con su familia de la revolución bolchevique de 1919 y se instaló en París. Familia judía adinerada, culta, ella obtiene la licenciatura en Letras en la Sorbona, habla varios idiomas… En 1929 envía su manuscrito “David Golder” a un editor, sin incluir su nombre ni su dirección, por lo que tuvo que ser localizada a través de la publicación de un anuncio. “David Golder” fue el primero de sus éxitos. Tuvo una vida desahogada, propia de la burguesía, pero no conseguirá la nacionalidad francesa, es una época de antisemitismo. Tras estallar la Segunda Guerra Mundial, es internada en un campo de concentración y muere en 1942. Su marido corre la misma suerte pero sus dos hijas pequeñas logran huir. En esa huída no son acogidas por su abuela materna (Némirovsky retrata a su madre en varias de sus novelas). Gracias a sus hijas, a pesar de su largo periplo, se conservará el manuscrito inacabado de “Suite francesa”.


Editorial: Salamandra

Páginas: 221

* Fecha de publicación original

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