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Doña Rosita, anotada


En Doña Rosita, anotada nos encontraremos con metateatro, comentarios sobre la obra, escenificación de algunas escenas con texto de Lorca, intecambio de papeles... y mucho humor, en una exposición festiva y respetuosa con el sentimiento de Lorca. Hay un cambio continuo de recursos y tonos que, al principio, funcionan pero que, con el transcurso de la obra, me ha provocado cierto desinterés. Explicaré por qué pierde fuelle esta función.


El actor Francesco Carril es el alter ego del autor Pablo Remón. Nos cuenta que le ofrecieron dirigir Doña Rosita la soltera y lo rechazó porque no se identificaba con el tema y la época. Pero, por una casualidad, una conversación oída en Starbucks y una extraña llamada de sus tías muertas, decide llevar a escena la obra. Nos presenta a sus compañeras de reparto y cómo se irán repartiendo los papeles, nos cuenta algo de la obra de Lorca. El tono es desenfadado, dinámico, directo y crea cierta expectación. Las primeras escenas que interpretan de la obra lorquiana encandilan al espectador. Hay cambio de lugar, de acentos, pero muchos aspectos de la obra siguen interesando hoy y se centra en ellos: las oportunidades perdidas, el paso aniquilador del tiempo, las críticas del entorno, el autoengaño para sobrevivir...


Es la primera vez que Pablo Remón dirige un texto que no es suyo, aunque sea una versión muy particular. Consigue emocionarnos por la forma de exponerla y el humor desenfadado con el que juega dentro de la autoficción. Pero la frescura y originalidad iniciales dejarán paso a exageraciones interpretativas y de tono que la lastrarán: en algunos momentos en los que Francesco Carril interpreta a una de las tías o en la escena de la visita del anciano, por poner algún ejemplo.

Es lo que ocurre cuando se hace humor desde fuera, consciente y sin credibilidad en el personaje, cayendo en la parodia. Todo lo contrario de lo que afirmaba el autor en su enfoque sobre la obra. El desenfado debe brotar desde la sinceridad y seriedad interior, el actor no debe interpretar su personaje lorquiano desde la impostación humorística. A partir de aquí, se pierde el interés.


La escena, cerca del final, del encuentro de Rosita y su novio en el jardín, una escena escrita por Remón siguiendo una posibilidad lorquiana, resulta muy pobre, un inesperado diálogo aburrido. El naufragio es ya irreversible.

Comentar la curiosa escenografía de Monica Boromello, sencilla aunque original por la forma de ir cambiando de decorado. A partir de tres paneles que caen se irán exponiendo los distintos espacios, de diseño clásico.


Los tres actores nos deslumbran con sus dotes interpretativas, vuelven a demostrarnos su calidad actoral. Lógicamente, no calan cuando las indicaciones de Pablo Remón los llevan al guiñol.

Profunda decepción cuando una idea naufraga y no desarrolla todo el potencial que prometía. Sobre todo cuando el autor tiene capacidad e inteligencia de sobra como para haber construido una memorable obra.


Texto: versión libre de Doña Rosita la soltera o El lenguaje de las flores, de Federico García Lorca

Versión y dirección: Pablo Remón

Intérpretes: Fernanda Orazi, Francesco Carril, Manuela Paso

Escenografía: Monica Boromello

Iluminación: David Picazo

Vestuario: Ana López Cobos

Ayudante de dirección: Raquel Alarcón

Producción: Comunidad de Madrid, Buxman Producciones, La_Abducción

Teatro: Teatros del Canal 7 al 29 de diciembre de 2019

Duración: 90 minutos

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