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Solo un metro de distancia


Solo un metro de distancia nos hace testigos del daño psicológico en una mujer tras ser violada por su padre durante la infancia. Una obra sensible y dura, con un planteamiento que oscila entre una forma narrativa, en la que las actrices se intercambian sus papeles, y la representación más tradicional.


Cuatro actrices en el escenario, voces que nos narran una historia: una mujer, todas las mujeres.

Ella pasea por la playa, se ve así misma disfrutar del viento, del rumor de las olas, pero no es ella la que disfruta, ella está a solo un metro de distancia...

Un intento de suicidio.

La ambulancia, el enfermero que se interesa por la paciente, la doctora que cura sus heridas, la psiquiatra que la tratará para eliminar sus fantasmas y poder seguir avanzando en su vida.

La noticia de que su hermana va a tener una niña y se va a vivir a casa de sus padres, ese hogar donde su padre se acostaba con ella cuando todavía era una niña, una adolescente, y nadie lo sabía... provoca la necesidad de tomar decisiones que hasta ahora había eludido.


La obra se abre y se cierra en una dinámica narrativa y con las cuatro actrices intercambiando papeles y actuando a coro. Esta opción resulta efectiva en algunos aspectos dramáticos, con las voces repitiendo, superponiendo o continuando la frase de la anterior, a modo de énfasis del drama (muy bien llevado) y, en ocasiones, a modo de minicoro griego. Lo que no termina de convencerme es el excesivo tiempo narrativo (veinte o treinta minutos) en el que no se dramatiza, en el que la función se asemeja a una lectura dramatizada.

Sin motivo alguno Antonio C. Guijosa, autor y director, decide cambiar de dinámica teatral y recurrir a una representación más tradicional, escenificar lo que va ocurriendo, aunque en ocasiones los papeles se intercambien. Aquí el dramatismo y el realismo de lo contado adquiere mayor intensidad, el espectador vive con mayor empatía lo que ocurre en escena, las vivencias de la protagonista con su mente y alma rotas, desestructuradas.


Las cuatro actrices realizan una gran interpretación; con sus diferencias, inherentes a su propia personalidad y expresividad, saben llevarnos de un personaje a otro, aunque se intercambien, con pasmosa versatilidad. No hay dramatismo forzado, hay interiorización interpretativa.

Desde mi punto de vista, a pesar de lo que acabo de decir, el montaje se hubiera beneficiado de un intérprete masculino. Entre tanto baile de personajes, resta cierta credibilidad a esos roles.


La tensión dramática de la obra se rompe a veces con la ironía, la referencia a películas o series que banalizan los temas; aunque, en una ocasión, la referencia, algo extemporánea, sirve de ejemplo real (la violación masculina en un baño del instituto de la serie 13 reasons why).

La escenografía es sencilla: un fondo con ventanal y cortinas y unas sillas. El problema con ella surge por la dirección, que intenta suplir la ausencia de diferentes escenarios (playa, ambulancia, hospital, etc), a base de mover continuamente las sillas sin motivo, en un empeño de evitar el desarrollo estático de las escenas.


Solo un metro de distancia es una obra que no sorprenderá por su resolución argumental, algo convencional, sino por la forma de llevar a escena esas ideas y la gran interpretación del conjunto de actrices.

Texto y dirección: Antonio C. Guijosa

Intérpretes: Ana Mayo, Beatriz Grimaldos, Camila Viyuela y Muriel Sánchez Escenografía y vestuario: Mónica Teijeiro Iluminación: Daniel Checa Producción: Serena Producciones

Teatro: Sala Cuarta Pared 16 de enero a 1 de febrero

Duración: 95 minutos

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