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Al este del Edén (1952) de John Steinbeck



La fuerza narrativa de Steinbeck es un tornado que te atrapa. "Al este del Edén" es una magnífica novela que nos conduce por tres generaciones de dos familias norteamericanas a través de unos personajes que amamos desde el primer momento. Un largo relato que se lee de forma apasionada, con el deleite que produce la experiencia humana que nos ofrecen sus páginas y que procede de un hombre, Steinbeck, que conocía muy bien al ser humano.








La historia familiar empieza con la llegada al valle de Salinas de Samuel Hamilton, de origen irlandés, y su estricta mujer presbiteriana Liza. Las malas tierras que han adquirido y la ausencia de mentalidad negociadora impedirán que su familia, con nueve hijos, salga de la pobreza. Herrero, inventor de una perforadora de pozos de agua, una trilladora y muchos más ingenios, no sabrá explotar su imaginación. Samuel también será hábil como asistente en partos. Steinbeck nos cuenta con amable ironía que el libro de medicina que manejaba con utilidad práctica nunca se abrió por las secciones que trataban de gonorrea y sífilis, y concluye: "debieron de haber sido o muy afortunados o muy rectos".

La otra familia, los Trask, será la protagonista principal de la novela: recorreremos la infancia de los hermanastros Adam y Charles bajo la autoritaria educación de su padre, la experiencia en el ejército de Adam, sus vagabundeos y su retorno a sus tierras hasta conocer a Cathy la mujer con la que se casará y será su perdición.

Difícil resumir esta larga novela, repleta de incidencias, con numerosos hallazgos narrativos y un gran torrente de ideas que nos va dejando conforme nos relata esta tragedia.


La agudeza analítica de la naturaleza humana, el saber contar historias de forma amena al mismo tiempo que escarba en las complejidades psicológicas del individuo, convierte a Steinbeck en uno de los genios de la literatura. En sus páginas, con ironía o cinismo sutil cuestiona algunas realidades sociales o humanas. Hombre de izquierdas, dentro del concepto norteamericano, nos habla de los desfavorecidos, del fanatismo religioso, de la intransigencia. Hay obras más sociales, como "Las uvas de la ira" o "La perla", pero en este libro también encontramos numerosos puntos de reflexión.

Además de la narración, destacan los diálogos que, como en cualquier conversación de nuestra realidad, nos dejan huecos: no siempre nos aclaran lo que piensa el personaje o el significado absoluto de lo que quieren expresar.


Aunque Steinbeck es crítico con la realidad que describe y con sus personajes, también se deja llevar por su cariño y trato amable de alguno de ellos: como narrador / creador, tiene sus preferencias.

En esta novela aparecen muchos personajes en los que se detiene para describirnos la complejidad del individuo, su dualidad, los aciertos y fracasos en sus actos. De forma paradójica, alguna vez, Steinbeck cae en simplicidades: reduce un personaje, tras darle mucho campo, al terreno de la simple maldad o bondad. No es perfecto, no importa.


La tierra, uno de los temas que aborda con frecuencia Steinbeck en su obra, es decisiva para la subsistencia de estas familias, marca su destino. Junto a la tierra, sus vidas están determinadas por la convivencia con la pequeña comunidad que les rodea: el forastero lo tiene siempre difícil al principio por el recelo que la gente siente ante el extraño y diferente, necesita tiempo para ganarse la confianza.


La difícil relación entre padres e hijos es una constante entre las diferentes generaciones: la rectitud de las costumbres, la moral religiosa y la severa educación impiden que exista un auténtico cariño, sólo respeto o simple rechazo. Por otro lado, es frecuente el enfrentamiento entre hijos de carácter diferente, en el que el más fuerte se impone de forma violenta. No sólo ocurre entre Adam y Charles, también entre los hijos de Adam, Cal y Aron (Caín y Abel). Los motivos de esta rivalidad no siempre está clara, es connatural a la naturaleza.


En varios momentos de la novela, el escritor hace una crítica de la religión como vehículo educador o comportamiento fanático con una ingeniosa ironía que suaviza, en ocasiones, la dureza de la misma.


Entre los personajes que aparecen en la novela, hay muchos que destacan. Si Adam o Samuel son la bondad personificada, a pesar de sus defectos, y el chino el inteligente y fiel criado, Cathy es el mal, el frío monstruo que no es capaz de juzgarse a sí mismo.

Los personajes evolucionan, cambian, su fuerza juvenil se va agotando conforme la vida pasa por ellos. Steinbeck nos habla del paso del tiempo, de las vidas felices o truncadas, del juicio que hacen los que sobreviven a los muertos... Es una novela que abarca todo el tránsito vital.


Pero como decía más arriba, la novela está contada de forma ágil, entretenida y apasionante: el vehículo perfecto para contarnos todo lo que quiere su autor. Varios planos de lectura, ninguno difícil de acceder: cada uno se detiene donde desea.


No quería terminar mis comentarios sobre la novela sin añadir una curiosidad: Olive Hamilton, una de las hijas de la numerosa descendencia de Samuel, es la madre de John Steinbeck. Aunque el narrador es el propio escritor, conforme a este dato, parece más un recurso literario con el fin de dar veracidad al relato: todo lo contado no puede ser conocido por el autor (es un narrador omnipresente propio de la ficción) y Olive se menciona pero no tiene papel en el argumento del libro. Desde mi punto de vista, es innecesario.


La famosa película de Elia Kazán, en la que James Dean interpreta a Cal, sólo comprende la parte final del libro, desde la página 498. La película sigue pareciéndome muy buena, a pesar de alguna escena exagerada, y es fiel al argumento de Steinbeck.






Editorial: Tusquets

Páginas: 684

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