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El cuaderno de Pitágoras



"El cuaderno de Pitágoras" es un claro ejemplo del teatro de Carolina África: le falta garra, le sobra buenismo. En este drama carcelario, más bien comedia costumbrista idealizada, no hay aristas, todos los personajes son víctimas de sus errores y ahora son mejores personas. El patio de la cárcel nunca lo llegué a ver en escena: me encontré en un patio vecinal de un barrio humilde.






Carolina África escribe muy buenos diálogos, cotidianos, verosímiles pero pocas veces traspasa los límites de lo directo, la palabra no va más allá de un trazo inicial para definir al personaje, conversaciones comunes, incluso tópicos, mil veces vistos y oídos que convierten el interés inicial por la frescura de lo natural en agotamiento y desidia. Así viví también su "Verano en diciembre" y no me produce ningún interés ver la segunda parte que ahora estrena.


La escritora y directora de esta obra fue voluntaria durante unos años en una cárcel; esa experiencia personal es el origen de la obra que ahora podemos ver.

"El cuaderno de Pitágoras" tiene dos ejes argumentales. Por un lado, un grupo de reclusos participa en la creación de una obra teatral que luego será representada ante la familia y el resto de reclusos. En este proyecto serán guiados por una voluntaria que estimulará su imaginación y el interés a través de varias técnicas en el proceso creativo, la escritura y la interpretación. Por otro lado, estará la protagonista de la obra, Paqui, mujer de uno de los reclusos que también se encuentra cumpliendo condena, en un módulo de mujeres. A través de varios flashbacks iremos conociendo la historia de esta mujer: su embarazo en la cárcel, el hijo que no puede retener más tiempo a su lado, las salidas por permiso carcelario, las visitas de la familia...

Las dos mejores escenas se encuentran al principio de la obra: el largo camino de pasillos y controles del primer día en la cárcel de la voluntaria y la conversación de Paqui con la alegre y simpática presa venezolana. Añadiría la escena final de la playa, que remata el carácter festivo de la función.


El tono de comedia desenfadada es el carácter que predomina en toda la obra; hay algunos breves momentos dramáticos como la confesión de la venezolana que llega muy a deshora (cuando la obra casi ha acabado), la separación del niño, las visitas familiares, el fantasma del militar muerto como elemento único de conciencia de los pecados... Pero son pinceladas, la obra transcurre entre boleros en el patio de la cárcel, chistes de presos, piques graciosos, caracterizaciones castizas o gallegas (esto bastante penoso) y juegos teatrales.

Los presos parece que no se lo pasan muy mal encerrados, no cargan con demasiados traumas sobre sus hombros (salvo el mencionado fantasma), se culturizan y sobre todo convierten el patio de vecinos (perdón, de prisión) en una reunión alegre. Si añadimos las festivas salidas a discoteca, playa, etc. completamos esta irreal parábola en la que todo el mundo es bueno.

A excepción de alguna pincelada con Paqui, los personajes no tienen entidad más allá de formar parte de un grupo coral con individuos de diferente cariz.

Las conversaciones son lugares comunes, intranscendentes, casi de patio de luces, no van mucho más allá. La escena del teorema entre padre e hijo es la única que causa rubor e incredulidad, el resto de los diálogos están muy bien construidos aunque no aporten mucho a la dramaturgia y desarrollo de personajes.


Hay dos buenas cualidades que salvan la función del aburrimiento total: el gran trabajo coral de los intérpretes y la resuelta dirección de la propia Carolina África, con la ayuda del movimiento escénico.

La dirección remarca el ambiente alegre de la obra, confiere el dinamismo que precisan las microescenas y, salvo el "gallego", evita cualquier caracterización exagerada. Los actores están fabulosos.


En la representación a la que asistí (y parece que en todas) el público aplaude en pie calurosamente.




Texto y dirección: Carolina África Intérpretes: Manolo Caro (Furia), Emmanuel Cea (Clemente/ Hombre 1/ Yonki), Gledys Ibarra (Angélica), Helena Lanza (Macarena/ Hija Guardia Civil muerto/ Hija de Vicenta), Ascen López (Vicenta/ Señora/ Presas), Jorge Mayor (Pedro/ Funcionario/ Guardia Civil muerto), Nuria Mencía (Paqui), Pepe Sevilla (Luis Miguel) y Victoria Teijeiro (Luis/ Funcionaria/ Presa)

Escenografía: Ikerne Giménez

Iluminación: Sergio Torres Sonido: Nacho Bilbao y Pilar Calvo

Movimiento escénico: Elena López Nieto

Vídeoescena: Davitxun y Néstor L. Arauzo

Ayudante de dirección: Juanma Romero

Producción: Centro Dramático Nacional

Teatro: Valle Inclán Del 18 de enero al 20 de febrero de 2022

Duración: 115 minutos aproximadamente

















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