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El matarife (1924) de Sándor Márai



La primera novela de Sándor Márai no es propia de un principiante. Aunque lejos de sus mejores libros, tiene una fuerza que sorprende. Estilo ágil, directo, conciso y cínico. Un protagonista extraño, trastornado y de atractivo perfil. Una crítica a la guerra y sus consecuencias. Parece que el escritor de 24 años ya había bregado por una sociedad que no le gustaba.







Otto Schwarz fue concebido tras veinte años de matrimonio estéril, una noche en que sus padres acudieron al circo y presenciaron cómo una domadora fue devorada por un oso. En el parto muere la madre, "aquella señora callada y enjuta". Su papel es sustituido, en todos los sentidos, por un nodriza de "grotesca profusión de carnes y huesos".

Cuando Otto tiene diez años observa la matanza de un buey: la escena está descrita con mucha tensión, el niño observa detenidamente sin saber qué va a ocurrir pero siente la misma premonición del buey. La reacción del niño produce una paradoja en el lector, cuando pensamos que va a salir horrorizado, la realidad es contraria: la experiencia le satisface, el matar es un acto positivo porque da la solución al problema. En ese momento, somos conscientes de que el protagonista tiene un trastorno psicológico.

De forma natural, Otto trabajará de aprendiz de matarife en el matadero de la ciudad: la violencia y la sangre formarán parte de su vida.

Su reclutamiento para la guerra reforzará esa idea de la muerte como un hecho normalizado, matar enemigos como si fueran reses. Otto es feliz en el ejército, actúa sin cuestionar nada, como parte de un sistema (el Estado) que ha dejado de ser abstracto y se ha convertido en algo práctico. Su frialdad habitual, tiene aquí un matiz: "No tenía una percepción individual de la vida y, por ello, tampoco de la muerte: no sabía que vivía, y así era incapaz de pensar que podía morir". Es el alineamiento y la supresión de la individualidad como forma de funcionar la maquinaria del ejército.

Acabada la guerra, los sentimientos de violencia no han terminado...

Por desgracia, el final de esta novela resulta precipitado, da un salto para contarnos en forma de resumen los actos posteriores de Otto. Ese final que me ha dejado con mal sabor, no empaña la calidad del resto del relato.


En pocos trazos, Sándor Márai describe los cambios de la sociedad germana de finales del siglo XIX. Su interés se centrará, como siempre, en los personajes y su psicología.

El protagonista está unido a la violencia desde el principio, de forma simbólica está ya presente en la concepción y en el parto, dos hechos independientes de su voluntad y premonitorios, dos hechos violentos y prácticos: concepción y vida. La idea de la violencia siempre será transformada en la mente de Otto como algo práctico: la muerte del animal para ser consumido, la muerte del hombre para salvaguardar la patria. Aunque esa violencia sea algo innato, estimulada por la guerra, y se transforme cuando vuelve a la sociedad civil en la que no encuentra adaptación: "Si se paraba a pensar en lo que iba a hacer con su vida le entraban ganas de destruir, de aniquilar, pero ignoraba quién lo ofendía, contra quién debía embestir".

Es una pena que el autor no termine de desarrollar esta segunda parte de la obra y cierre el libro de forma precipitada.


Sorprende que este joven escritor adopte una postura crítica y despreciativa hacia sus personajes secundarios que no le tiemble la mano para ridiculizarlos. Además de la descripción sucinta de las mujeres, que ya he mencionado más arriba, el escritor llama al propio emperador "el pigmeo", parodia la devoción del padre hacia el emperador en varias escenas y resume la vida de esas gentes diciendo que "vivían en una quietud casi absoluta, sus poros transpiraban los olores de una existencia animal".

No hace concesiones a nadie y no hay personaje que trate con amabilidad.


Pronto demostraría Sándor Márai que era un gran escritor en ciernes: "Divorcio en Buda" (1935), "El último encuentro" (1942) o "La mujer justa" (1941-1949) son prueba de ello.




Editorial: Salamandra

Páginas: 105













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