Eldorado (2006) de Laurent Gaudé
Leer a Laurent Gaudé es siempre una gozosa experiencia; por lo menos hasta ahora, con las tres obras que he tenido el placer de disfrutar, cada una de ellas muy diferente. En "Eldorado" nos sumergimos en el tema de la inmigración en Europa a través de unos personajes que se sitúan en los dos polos geográficos.
Europa es Eldorado, la tierra prometida de los emigrantes. Esta es la historia de Salvatore y de Soleimán, dos historias personales en dos direcciones diferentes pero confluentes, aunque apenas se entrecruzarán. Su recorrido vital y humano nos convierte en testigos de una realidad que se menciona casi todos los días en las noticias y sigue siendo ajena a nuestras vidas.
Salvatore Piracci es el comandante de una fragata en Catania que se dedica a rescatar inmigrantes que intentan llegar a las costas sicilianas, la mayoría de las veces en embarcaciones a la deriva, para luego ser entregados y detenidos por las autoridades. Tras décadas de fiel servicio, Salvatore se reencontrará con una madre que perdió a su hijo en la travesía, víctima de los traficantes. Ese encuentro le despertará de su vida rutinaria, perderá sus convicciones y verá con otros ojos la verdadera cara de la tragedia. Desengañado de todo, también de su propia vida, decidirá abandonar su país y, solitario, echarse a la mar hacia las costas africanas.
Al otro lado del mundo, en Sudán, el joven Soleimán emprende el largo camino hacia Europa a través de desiertos, amontonado con otros seres que buscan alcanzar el mismo sueño. Las duras condiciones del viaje, el miedo permanente, la implacable soledad en un mundo de explotación y egoísta - necesaria subsistencia, los continuos golpes que sufre en su peregrinación... provocarán en Soleimán una transformación personal que le llevará, al final, a ser uno más, a golpear también; aunque un rayo de esperanza, de humanidad, permanecerá gracias a la amistad que irá forjando con Bubakar, un compañero de camino.
La novela te arrastra por dos experiencias vitales convulsas en las que desconoces cómo van a terminar; los personajes están cargados de incertidumbres y derrotas que los tambalean, aunque no les impida seguir rumbo hacia delante, y el lector se encuentra en permanente zozobra con ellos.
Uno camina hacia la esperanza y el otro hacia la deriva, contrapuestos, pero ambos partiendo desde la ignorancia inicial.
Gaudé, con la fuerza de su narrativa, nos acerca al lado más humano de los individuos que se defienden en una sociedad implacable para los pobres y los vagabundos. Habrá gestos de bondad pero la supervivencia es la que obliga a tomar decisiones. Al argumento realista, sin concesiones al dramatismo, se añade la delicadeza del retrato de sus personajes, la belleza de su escritura, las reflexiones que nos deja y permite que nosotros mismos vayamos planteándonos conforme recorremos las páginas de su libro.
Laurent Gaudé (1972) es uno de esos escritores que nos hace disfrutar de la lectura en toda su plenitud. Soy consciente que puede parecer anticuada la expresión pero define ese tipo de literatura que siempre busco, que me interpela y que profundiza en los seres humanos y, al mismo tiempo, me permite disfrutar de la belleza del lenguaje y de los sentimientos.
Os recomiendo otros exquisitos libros del autor: "El legado del rey Tsongor" (2002) y "El sol de los Scorta" (2004).
También ha escrito "La puerta de los infiernos" y varios relatos reunidos en "Una noche en Mozambique" (pendientes de lectura). Además de narrativa, ha escrito una quincena de obras teatrales.
Editorial: Salamandra
Páginas: 234
Os dejo un par de párrafos que ilustran el estilo del escritor.
Cuando Salvatore se ha encontrado con la emigrante, que está decidida a vengar la muerte de su hijo, compara sus vidas: "Poseía una belleza sólida y dura, la belleza de los que han escogido su camino y no se apartan de él. La belleza que la voluntad confiere a la mirada. Al compararse con esa mujer, en su interior sólo sintió vacío. Un vacío confortable que lo asqueaba"... es el vacío de la vida rutinaria y sin convicciones.
Soleimán se enfrenta solo al viaje hacia Europa, por primera vez entre desconocidos: "Tendré que confiar en personas que no conozco. Ya no soy más que una sombra. Sólo una sombra que deja atrás un pequeño rastro de polvo."
