Sóniechka (1992) de Liudmila Ulítskaya
El destino juega con Sóniechka y ella siempre encuentra un hueco para la felicidad en esa gris Unión Soviética del siglo pasado. Una novela breve pero muy interesante.
Sóniechka es una joven rusa poco agraciada que vuelca su vida en la lectura, hasta el punto de vivir más en la ficción que en la realidad. Su refugio será el sótano de una biblioteca, pasará horas sumergida entre libros. Un día aparece Robert Viktorovich buscando libros franceses y a las dos semanas acabará pidiéndole matrimonio. Él es un pintor retirado tras su periplo por el extranjero y la depuración a la vuelta. Cuando nace Tania, la vida cobra relevancia para Sóniechka y deja de leer. Pasa el tiempo, la hija crece y aparece Yasia, la amiga de Tania, que provocará un terremoto en la apacible vida familiar: Robert se enamora de ella. Las tres mujeres convivirán en la misma casa...
La lectura de "Sóniechka" es ágil, el estilo de Liudmila Ulítskaya es sencillo, cuidado, con algunos párrafos de gran fuerza poética; en ocasiones muestra su carácter crítico e irónico, aunque no tantas veces como sería deseable por su necesidad de contar tanto en tan pocas páginas: el libro es excesivamente breve para el argumento que la escritora plantea.
En algunas páginas acelera la descripción de acontecimientos porque el ritmo más pausado y atento a los detalles de las vidas de los personajes, pensamientos y sentimientos, impediría acabar el ciclo narrativo que quiere contar. Este desequilibrio puede llegar a pasar desapercibido porque la calidad de su escritura es inalterable pero me ha producido cierta insatisfacción en la lectura.
Me ha gustado el original y diverso dibujo de las mujeres que aparecen en esta narración, tres mujeres muy diferentes y extremas. La mujer que se refugia con pasión en la ficción porque el mundo la rechaza e ignora y que, después, abraza el rol de madre y sacrificada ama de casa por la felicidad que le produce tener una familia, una mujer que vuelca su bondad en los seres que quiere, siempre con la idea persistente de fragilidad, de inmerecida felicidad. La hija que disfruta del juego del sexo, que desde muy joven le ha gustado experimentar y ha tenido múltiples parejas, pero es incapaz de centrarse en su vida y tarda mucho en encontrar su camino. La amiga que ha sido utilizada y maltratada por los hombres desde su infancia (en el orfanato) y que ha aprendido a utilizarlos y engañarlos con su encanto y con el sexo (que es incapaz de disfrutar): ha sido su forma de sobrevivir y progresar en la vida.
En el libro subyace un retrato indirecto de la vida cotidiana en la Unión Soviética, desde la Segunda Guerra Mundial hasta su apertura, se respira la represión y el miedo a la dictadura, el aleccionamiento, la malversación de la burocracia y, sobre todo, las malas condiciones de vida.
Los protagonistas se refugian en el arte como una forma de evasión de la realidad social pero no pueden evitar que la vida se imponga: unas veces con su plenitud y felicidad, otras veces por cómo los golpea.
Un libro muy recomendable.
Editorial: Anagrama
Páginas: 115
