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Taxi Girl


"Taxi Girl", la última obra que ha estrenado María Velasco, dirigida por Javier Giner, se centra en la historia del triángulo amoroso de Anaïs Nin, Henry Miller y Jane Mansfield. Con una estructura más tradicional de lo habitual en la autora, nos cuenta una relación de sexo, amor, celos, egoísmo y liberación femenina.







La obra se desarrolla en los años 20 y 30 aunque empieza con un prólogo en el que una vieja y alcohólica Jane Mansfield, en 1957, ha pasado ya por el manicomio y los electroshocks, y se cierra en un epílogo con Anaïs Nin abandonando su hogar y liberándose de la atadura de su matrimonio.

Nueva York. Son los años 20. Asistimos al primer encuentro entre Henry y Jane, en una sala de fiestas. Ella es una taxi girl, una chica a la que se paga por ser pareja de baile. Henry es un joven engreído, seductor, todavía en busca del éxito como escritor. Acabará por casarse con Jane, aunque este hecho en la obra queda sobreentendido.

Miller mantiene en Francia una relación con Anaïs, mujer casada y con un hijo. Ella se muestra reticente ante sus gestos seductores, parece cansada de esa relación, se siente más atraída por la mente del escritor que por el aspecto sexual.

Tiempo después, Henry llevará a su mujer Jane a Francia y las presentará. A partir de entonces, las mujeres mantienen un entendimiento más allá del que tenían con él. Henry, con una actitud superior frente a las mujeres (aunque luego serán siempre ellas las que lo dirijan), sólo se mostrará inseguro cuando las dos mujeres tengan su propia relación y frente a su obra, que no alcanza el éxito esperado.



"Taxi girl" tiene una estructura clásica con una línea temporal de hechos biográficos que se aproxima a los momentos más significativos de los protagonistas. A nivel formal tampoco resulta rompedora. Nos habla del sexo y las relaciones de sus personajes desde la contención escénica, en un lenguaje a veces literario y poético.

Hay escenas sexuales explícitas porque la historia que nos cuenta no tendría sentido sin ellas pero están tratadas con pudor. Quizá resulten duras para cierto público pero a mí me han parecido excesivamente prudentes, a pesar de la desnudez.

Hay en la obra un balance curioso que se contrapesa: el contenido está lleno de rebeldía y transgresión y la forma está velada, contiene menos pasión de lo esperado.

Por otra parte, he echado en falta más química entre los actores, no he visto en sus gestos, en sus miradas, una pasión más allá de lo que nos decían. El trabajo de los tres intérpretes está muy bien llevado pero, de forma paradójica, resulta más frío de lo esperable.

La escenografía de Elisa Sanz resulta elegante, apropiada, con esa moqueta, esos muebles, sofá imprescindible, y ese fondo de escena cubierto por armarios roperos. Magnífico el diseño de iluminación realizado por Lola Barroso, uno de los mejores que he visto últimamente.


La obra nos hipnotiza por saber reflejar ese ambiente intelectual que se mueve sobrecargado de alcohol, inseguridades y egoísmos y, al mismo tiempo, arrastrado en deseo y pulsiones que no ponen fronteras y buscan la libertad. Es, al mismo tiempo, un homenaje al feminismo y la sexualidad de la mujer de una época que fue transgresora en sus espacios cerrados.



María Velasco es una dramaturga rebelde, difícil y provocadora, con un mundo personal en el que la mujer es protagonista y con un lenguaje poético y soez, directo e interpelador, que ha desarrollado una larga obra, necesariamente, irregular. Está en su propia naturaleza. Y los espectadores seguimos su montaña rusa, unas veces la amamos y otras la detestamos. Por lo menos, así la vivo. Indiferente, nunca.

Cumbres como "La soledad del paseador de perros" o "Si en el árbol, un burka" entre su escritura más visceral, o "Fuego en el cuerpo" y "Los perros en danza" entre sus obras de estructura más convencional. Patinazos como "La espuma de los días" o "Escenas de caza".



Texto: María Velasco

Dirección: Javier Giner

Intérpretes: Cecilia Freijeiro (Anaïs Nin), Eva Llorach (June Mansfield), Carlos Troya (Henry Miller)

Escenografía: Elisa Sanz

Iluminación: Lola Barroso

Vestuario: Jonathan Sánchez

Música y espacio sonoro: Mariano Marín

Ayudante de dirección: Marta Matute

Producción: CDN, Sociedad Cervantina, Celia Freijeiro

Teatro: María Guerrero 5 de febrero a 15 de marzo de 2020

Duración: 95 minutos






















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