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La cocina


Hay títulos que no llevan a engaño. En esta obra la cocina es literalmente la protagonista. Alrededor de ella se mueven los 26 actores en un movimiento vertiginoso de entradas y salidas continuas al escenario y de actividad constante alrededor de los fogones. Estoy de acuerdo en que ha sido un esfuerzo titánico de dirección (me recordó a la ópera que es alabada porque hay mucha gente cantando y el escenario es grandioso). Durante las dos horas y media que dura la obra (como una ópera), contemplamos gran parte del tiempo, como voyeurs, lo que ocurre en cualquier cocina de un gran hotel o restaurante.








El realismo minimalista alcanza a los diálogos (gran parte del tiempo hablan de trabajo: platos, pedidos...) y las discusiones que se producen son las que reconocemos en cualquier trabajo. Los empleados proceden de muchos sitios y la mezcolanza de idiomas está bien coreografiada (sin sobretítulos: no es el Teatro Real). Incluso los acentos impostados resultan creíbles en su mayor parte.


El argumento no tiene un gran peso en esta representación. Algunos personajes se perfilan, aunque de forma tópica: el novato, el gracioso, el solitario, la gorda bonachona (pobre, que la insultan), el responsable, el enamorado no correspondido, la chica indecisa, el agresivo, el jefe... y camareras danzando alrededor. Son prototipos de personajes hasta que se esboza alguna historia (no muy original, no vayan a creer).

También nos dejan un tiempo para la filosofía, con frases hoy ya bastante trasnochadas (sentí a veces rubor): la vida es corta y pasa volando, la cocina es un microcosmos de cualquier lugar, la cocina seguirá cuando nosotros nos vayamos, quien no tiene sueños de adulto es un muerto viviente...


Pero ¡qué entretenido ver esa maravillosa cocina y la gente trabajando! La primera media hora estuve como un niño embobado con esa inmensa cocina y con tanta gente haciendo tantas cosas al mismo tiempo. No sabías hacia dónde mirar (aunque dependiendo de donde estuvieras sentado, algunas escenas no se veían o la acción te daba la espalda). El público, cuando observaba sus caras, siguió pasándolo muy bien el resto de la función.

Seamos justos, hubo también momentos de gran fuerza dramática. La chica que rompe con su enamorado (parte de las discusiones ocurrían a mi espalda, pero torciendo el cuello y mirando hacia arriba, los tenía muy cerca). También recuerdo cuando uno le dice a otro: te llaman judío y a mí alemán, pero eres buena gente, y se abrazan. Bello, ¿eh? Pero la vida es lo que tiene, luego van y le llaman nazi (hay mala gente).


No fue mi noche: sólo he leído maravillosas críticas. No quisiera llevar la contraria, pero así lo viví.


Texto: Arnold Wesker

Adaptación y dirección: Sergio Peris-Mencheta

Actores: Silvia Abascal, Roberto Álvarez, Fátima Baeza, Aitor Beltrán, Almudena Cid, Victor Duplá, Patxi Freytez, Javivi Gil Valle, José Emilio Gimeno, Ricardo Gómez, Pepe Lorente, Óscar Martínez, Natalia Mateo, Xabier Murua, Diana Palazón, Paloma Porcel, Iginacio Rengel Lucena, Xenia Reguant, Nacho Rubio, Alejo Sauras, Marta Solaz, Romans Suárez-Pazos, Mario Tardón, Javier Tolosa, Carmen del Valle, Luis Zahera.

Ayudante de dirección: Montse Tixé

Escenografía: Curt Allen Wilmer / AAPEE

Iluminación: Valentín Álvarez

Vestuario: Elda Noriega

Producción: CDN y Barco Pirata

Teatro: Valle-Inclán 18 de noviembre a 30 de diciembre de 2016

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