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Fuera de juego


Fuera de juego nos enfrenta a un tema muy actual: la destrucción de la vida personal del parado. El montaje dinámico, con actores en continuo movimiento, la utilización de micrófonos o vídeos, consigue una atmósfera actual y dar vitalidad al relato en primera persona. El problema surge cuando las situaciones se repiten, el fuera de juego se desmadra en exceso y el argumento y el texto no progresan.







Gerard, un ingeniero que lleva dos años en paro, se nos presenta diciéndonos que está muerto, una muerte violenta, y nos va a contar su historia. Un hombre y una mujer, micrófono en mano, son los testimonios habituales que aparecen en las noticias: parecía tan normal, era un buen vecino... Perfecto pistoletazo de inicio. Vemos a Gerard en el peregrinaje eterno de acudir a la oficina de empleo. Allí es tratado con un correcto distanciamiento, no le proponen empleos adecuados a su perfil, le ofrecen cursos sin ningún sentido. Al final es expulsado del sistema por su reacción algo violenta y la no aceptación de las reglas del juego. Su mujer se distancia, él lleva mal que ella sea la que gane dinero. La relación acaba por romperse. Al final, él acepta hacer un encargo de transporte de mercancía ilegal a cambio de un arma, drogas y alcohol.


Mikele Urroz encarna perfectamente a esos miles de parados que intentan poner lo mejor de sí mismos para obtener un empleo hasta que el tiempo los destruye y, en este caso, cae en una paranoia sin solución. Ion Iraizoz y José Juan Rodríguez interpretan el resto de los personajes y se van cambiando en escena de vestuario. Resulta un reto, que supera con genialidad J. J. Rodríguez, la interpretación de personajes tan diferentes, incluido la asistente del paro (con bigotón).


La utilización del vídeo es un gran hallazgo para la escena de alucinaciones que tiene el protagonista al consumir las drogas, pero pierde eficacia porque se prolonga en exceso (las pesadillas en literatura y teatro son difíciles de digerir si no son breves o no evolucionan).


Esta versión de la obra (hora y media en lugar de tres horas) resulta eficaz y muy interesante pero se estanca a partir del deterioro del personaje. Hay un momento en que las visitas a la oficina de empleo y los diálogos no nos aportan nada nuevo. Por otra parte, es muy complicado que un personaje desquiciado mantenga el interés de forma prolongada, salvo que la acción, como ocurre sólo en la escena final, sea la que progrese.



Texto: Enzo Corman

Dramaturgia: Maria Velasco

Dirección: Iñigo Rodríguez-Claro

Actores: Mikele Urroz, Ion Iraizoz y José Juan Rodríguez

Teatro: Nave 73

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