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"Relatos Autobiográficos" de Thomas Bernhard


EL ORIGEN (1975), EL SÓTANO (1976), EL ALIENTO (1978),

EL FRÍO (1981), UN NIÑO (1982)




Considerar estos cinco libros una autobiografía puede dar una idea equivocada de lo que vamos a leer. No es la biografía llena de datos personales, autocomplaciente. Hay sobre todo una crítica a la sociedad de su tiempo y a la explotación infantil o juvenil. Hay una auténtica narración literaria más allá de la simple intención de contar. De ahí el adecuado título del compendio: relatos. Nos enfrentamos a unas desgarradoras novelas cortas relatadas en primera persona en un estilo particular.





Estas novelas cortas están muy conexionadas entre ellas, el relato de una se interrumpe para seguir en la otra. Nos lleva de su infancia a la adolescencia, del colegio al sanatorio para tuberculosos, pasando por su etapa de aprendiz de oficio. El tema y estilo es el mismo. La excepción es el quinto libro "Un niño" que retoma algunos temas ya tratados en los anteriores y su forma de escribir es más relajada.


Contrariamente a lo habitual, voy a hablar primero de su estilo narrativo peculiar antes que del contenido de los libros: su escritura es un reto que puede no gustar. Utiliza la repetición de las palabras (que confiere una cadencia a la lectura), el acúmulo de adjetivos sinónimos, unas frases largas acotadas por comas y ausencia completa de puntos y aparte. Todo ello contribuye a una lectura asfixiante, nos transmite su obsesión, una forma de relatar hiperactiva. Parece, a veces, como si nos contase oralmente, sin pausa, sin reposo, toda su traumática experiencia, todavía no superada a pesar del tiempo transcurrido. En mi caso, aún con extrañas expresiones en su relato, me ha fascinado su forma de escribir pero a muchos lectores puede resultarles entorpecedor, extenuante.


El autor se enfrenta, como él nos dice, con la dificultad de reflejar los sentimientos de entonces con el pensamiento de hoy. Analizando el texto podemos ver el esfuerzo por ponerse en la piel de ese niño aplastado por un mundo horroroso que le aboca a una infancia y juventud extremadamente infeliz: sus profesores, compañeros de clase, el encargado de la tienda donde trabaja, los médicos, los enfermos con los que convive, su propia madre... personas que se convierten en personajes de pesadilla.

Su única tabla de salvación resultará ser su abuelo: un hombre con ideas nada convencionales, escritor, retirado del mundo, es el auténtico iniciador del conocimiento de ese niño que es Bernhard. Sus conceptos sobre la educación, la sociedad pequeñoburguesa-católica cargada de ideas convencionales, la inutilidad del mundo que te rodea, la importancia del valor y la iniciativa, incluso la idea del suicidio como algo digno, son conceptos, en gran medida, hechos suyos.


De la ciudad donde vive, Salzburgo, dice (utilizo algunos de sus peculiares adjetivos) que es falsa, perversa, que aniquila a las personas creadoras, una ciudad que lesiona el espíritu y el ánimo, que la hipocresía es su fundamento. Pero allá donde va, el mundo está lleno de gente explotadora y explotada, gente que no sabe qué hacer en su tiempo libre, un tiempo en el que puede tomar conciencia de su vida de explotación, sin sentido... Bernhard repite y machaca las palabras que más daño hacen, que expresan el sentimiento de angustia o verdad que siente.


El retrato que hace de la educación (antieducación) es brutal. Unos profesores que no enseñan nada útil y se ensañan con castigos y maltrato de los niños. El trauma psicológico es la norma en aquella época.


La enfermedad, el ingreso en hospitales para tuberculosos, los tratamientos salvajes de aquella época, el ambiente angustioso en esas instituciones, la frialdad y autosuficiencia de los médicos que matan antes que curar, la depresión y la lucha por sobrevivir (se alternan), conforman uno de los relatos más terroríficos y asfixiantes de esta biografía: "El frío".


La guerra planea en todos los relatos aunque no adquiera un protagonismo vital. Para un niño, los adultos en el frente son un concepto abstracto; en su caso, los muertos representan dinero extra que recibe por tocar las campanas... El hecho de haber sobrevivido a la guerra supone una secreta felicidad que contrasta con la destrucción y la muerte.




Nos encontramos con un autor pesimista, crítico con la sociedad gris y abúlica de nuestro tiempo, crítico con las instituciones (escuelas, hospitales, estado) que sirven para destruir al individuo y no para construirlo, desilusionado del ser humano en general... pero siempre atado por la esperanza de sobrevivir, de encontrar algunas personas auténticas y de poder refugiarse en el arte, un acto creativo independiente de las normas.


Selecciono algunas frases que me gustaría reseñar:


"A menudo cedemos, a menudo renunciamos, por razones de comodidad"

"El lenguaje solo reproduce una autenticidad falsificada, una deformación espantosa, por mucho que el que escribe se esfuerce, las palabras lo aplastan todo contra el suelo y lo dislocan todo y convierten la verdad total en mentira sobre el papel"

"Mi abuelo había visto bien el mundo: como una cloaca, en la que se desarrollaban las formas más hermosas y complicadas, si se miraba el tiempo suficiente... para la mirada aguda, para la mirada revolucionaria. Pero seguía siendo una cloaca."


Estos relatos son unas joyas de la narrativa, con alguna faceta por pulir, pero brillantes.

Editorial: Anagrama

En la edición de los 5 libros sueltos: 716 páginas aproximadamente

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