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Cáscara de nuez (2016) de Ian McEwan



En la obra de muchos autores aparece un divertimento que supone un cambio o pausa en su trayectoria. Un divertimento que ellos consideran muy gracioso y audaz. En este caso Cáscara de nuez es una idea original que no se mantiene y envuelve, realmente, un flojo guión detectivesco de puro banal entretenimiento. Una obra para pasar una tarde de domingo sin nada mejor que hacer.





El narrador es un feto que nos cuenta la vida de su madre desde su peculiar punto de vista. Su madre, Trudy, se acuesta con Claude, hermano de su marido. Ambos amantes deciden asesinar al marido para quedarse con la herencia.


Para justificar tan especial narrador, Ian McEwan nos dice que el feto ha escuchado todo tipo de programas culturales que de forma anárquica le gusta oír a su madre (así nos puede dar su opinión de la situación mundial, analizar las reacciones humanas, etc). Los colores, nos dice, aunque abstractos, se los imagina: ¡sabe que su madre lleva las uñas pintadas de malva! También imagina qué están haciendo las personas de su entorno, con una precisión intuitiva bastante poco creíble.


Lo de menos es la credibilidad del poder de visión y entendimiento del feto: el mismo recurso ya deja claro que no es un planteamiento realista. Desde mi punto de vista, me parece un recurso sensacionalista, una pirueta en el aire.

Lo más importante es que la intriga es pueril, expuesta en muchas novelas mucho mejor, con personajes más interesantes y diálogos más inteligentes. Si obviamos el hecho del feto parlante, no queda casi nada.


Si Ian McEwan quería descansar en su actividad productiva, que hubiera descansado de verdad: mejor no escribir.



Editorial: Anagrama

Páginas: 217







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