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Iván y los perros


Iván y los perros es una obra que gracias a la magnífica e inolvidable interpretación de Nacho Sánchez se sigue con gran interés. El actor eleva el perfil psicológico de su personaje.









Iván abandona su casa a los cuatro años, un hogar con madre alcohólica y padrastro maltratador, y se lanza a las calles de Moscú. Rechazado, maltratado y perseguido por otros chavales o adultos, muerto de hambre, aprende a sobrevivir en compañía de perros callejeros que acaban formando parte de una nueva familia, con sus propias reglas pero protectora de los suyos.

El texto de Hattie Naylor es un monólogo narrativo, lineal, en el que el protagonista nos va escenificando los diferentes episodios de su vida infantil.

Pueden resultar extrañas las actitudes infantiles en un actor ya adulto, cuando se mete en la piel de ese niño que fue, pero refleja con acierto su actitud y su mentalidad frente a las adversidades: situaciones extremas pasan ante los ojos infantiles como algo fácilmente olvidable; el entusiasmo que muestra por sus progresos en ganarse la confianza y amistad de los perros, alcanza dimensiones de cuento en la narración del adulto. Mi lectura no es de un texto estrictamente realista ni de un relato moralizante y simple (los perros son mejores que los humanos). La obra es un recuerdo de las desgarradoras vivencias infantiles bajo la mirada subjetiva del protagonista, la de entonces y la de ahora.

Durante la función, de forma ocasional, se utilizan voces en off en ruso (escenas familiares, peleas de chicos...). Aunque al principio desconciertan, consiguen remarcar la atmósfera agresiva que rodea al niño.


Es evidente que en manos de otro actor, la paradoja de edad, podría hacer fracasar la obra. Nacho Sánchez hace una interpretación sensible, personal, excelente; atento a la mirada, el gesto de manos, del cuerpo, su voz... Tras La piedra oscura y He nacido para verte sonreír, este nuevo reto subraya el actorazo que es.


La escenografía, poco más que una cortina traslúcida y una farola, con un juego de iluminación sutil, consiguen de una forma muy funcional transmitir la soledad, el abandono y la frialdad ambiental por donde transita el personaje. Detrás de todo ello, hay una dirección que sabe extraer de todos los elementos lo mejor.

Una lástima que en los momentos en que los focos se dirigen al patio de butacas, hasta las dos primeras filas, molesta profundamente (grave fallo).


En definitiva, una obra con una interpretación que no hay que perderse. Se hablará de ella.


Texto: Hattie Naylor

Versión: Juanvi Martínez Luciano y Víctor Sánchez Rodríguez

Dirección: Víctor Sánchez Rodríguez

Actor: Nacho Sánchez

Espacio escénico y vestuario: Mireia Vila Soriano

Iluminación: Luis Perdiguero

Música y espacio sonoro: Luis Miguel Cobo

Producción: La Pavana Companyia Teatral

Teatro: Teatro Español

Duración: 80 minutos

25 de mayo a 18 de junio de 2017



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