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Tartufo, el impostor


Hay varias formas de llevar una comedia clásica a escena: respetar el texto original (esta opción es hoy una rareza), realizar alguna modificación del texto (suprimir elementos de la época que no entendería el público general como localismos o simbolismos, modernizar el lenguaje obsoleto...), cambiar algo de la estructura de la obra por diversos motivos (agilizarla, simplificar personajes, gustos del adaptador y director, etc) o realizar cambios sustanciales que se alejan del original. Cualquier combinación es posible.








Cuando se lleva una comedia clásica a escena, un recurso habitual es marcar el tono de comedia, es decir, hacer énfasis en gesticulación, guiños al público, colocar palabras que provoca la risa fácil... Este recurso, mal o excesivamente utilizado, nos puede convertir la comedia en una parodia del original o en un producto indigesto. Manejar este recurso de forma inteligente puede reforzar la obra, convertir el espectáculo en una fiesta. El límite es relativo, depende del nivel de exigencia, de la empatía con que se realiza. Cada uno tendrá su opinión, cada uno percibirá el buen uso o el abuso de forma diferente.


¿Qué pasa con Tartufo, el impostor?


La versión de Pedro Víllora conserva escenas de la obra original y respeta el espíritu de Molière en su traslado a la época actual, con cambios en texto y argumento. La más clara alteración quedará para el final de la función.

Esta representación marca el tono de comedia con excesiva frecuencia, innecesario en bastantes ocasiones, pero con una simpatía contagiosa, sobre todo cuando implica al público. Hay aciertos y desaciertos desde mi punto de vista y una poda conseguiría elevar la función.

No deja recurso de moda sin utilizar: se rompe la cuarta pared con frecuencia, se utiliza un micrófono para el discurso final de Tartufo y el personaje femenino (la abuela) es interpretado por un actor (que luego será Orgón). Pero sabe utilizar estos recursos adecuadamente, perfectamente integrados en la idea de la obra.

Respecto a la interpretación, teniendo en cuenta las indicaciones de la dirección de José Gómez-Friha para remarcar el tono de comedia, quiero destacar a Vicente León que llena el escenario con su actuación y a Esther Isla con una gran vis cómica.


Obra entretenida que gustará, más o menos, en dependencia del tipo de comedia que esperes disfrutar.


Dirección: José Gómez-Friha

Texto: Molière Versión libre: Pedro Víllora

Actores: Alejandro Albarracín, Lola Baldrich, Vicente León, Nüll García, Ignacio Jiménez, Esther Isla

Ayudante de dirección: David Ávila Vestuario: Sara Roma Escenografía: José Gómez-Friha Iluminación: Marta Cofrade

Producción: Venezia Teatro

Teatro: Infanta Isabel 15 de agosto a 1 de octubre

Duración: 95 minutos



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