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Gross Indecency (Los tres juicios a Oscar Wilde)


Espectáculo teatral fascinante, hipnótico, arriesgado. Una obra que respetando los hechos y testimonios históricos construye un drama dinámico, turbulento. Un juicio que expone la hipocresía social, la persecución del individuo no solo por sus preferencias sexuales sino por su éxito y forma de ser nada convencional.






La obra representa los tres juicios de Oscar Wilde por la relación que mantuvo con el joven lord Alfred Douglas. El primer juicio es una demanda contra el padre de su amante, el marqués de Queensberry, al que Wilde acusa de difamación: el marqués había entregado una tarjeta dirigida a él, en un club exclusivo, en la que lo acusaba de sodomita. Oscar Wilde pierde este juicio, el marqués queda absuelto y, como consecuencia del mismo, la Corona británica lo acusa de inmoral, lo encarcela y se celebran los otros dos juicios.

El texto sigue con exactitud los testimonios registrados durante el juicio, las cartas entre varios de los implicados, las referencias de la propia obra de Wilde, las palabras escritas por lord Alfred veinte años después... Nos apuntan de forma continuada cuál es la referencia de lo que vamos a ver en escena y, curiosamente, el propio dinamismo y la vitalidad de la obra representada impide que todo esto sea una carga. Es una escenografía ágil que interrumpe la narrativa lineal y refuerza las diferentes escenas con recursos corales.


La representación tiene muchos aspectos de interés.

El carismático personaje de Oscar Wilde con sus certeras e ingeniosas frases siempre nos fascina, aunque en esta obra no se extiende, acertadamente, en esta faceta ya conocida. Aquí nos interesa la evolución psicológica de Wilde, desde el primer juicio que aparece como demandante hasta el final de la obra, desde el indolente y autosuficiente autor en la plenitud de su fama y éxito, hasta su decepción vital, transcurriendo por la inseguridad y el miedo a perderlo todo.

El concepto coral de la obra es otro de los grandes valores de Gross Indecency. Cada actor interpreta varios papeles y en ocasiones, provocando una ruptura de la dramaturgia narrativa convencional, se integran en un coro que acompaña y refuerza la escena central: movimientos, gesticulación, danza, voces, canto... Las proyecciones y la música apoyan el discurso narrativo de forma muy eficaz.

La ruptura también nos llega con una entrevista contemporánea que nos habla del papel de Oscar Wilde dentro de la reivindicación del movimiento gay.


La interpretación resulta hierática, los rostros parecen en ocasiones máscaras, los gestos pronunciados, las palabras de ira en alto tono; Wilde con una actitud afectada, burguesa, al principio de la obra. Es un efecto buscado, alejado de la representación realista. En mi apreciación, un recurso que favorece el espectáculo a modo de representación de la vida como un cabaret, pero que le resta cierta profundidad en algunas escenas.


La injusticia que recayó sobre Oscar Wilde no precisa de discursos, es evidente por los acontecimientos que nos muestra con energía y eficacia Gross Indecency.


Una obra que es imprescindible ver, no solo por ser un veraz testimonio de la historia sino también por la forma especial de contarlo en escena.

Texto: Moises Kaufman

Adaptación: Gabriel Olivares y David DeGea

Dirección: Gabriel Olivares

Actores: Javier Martín, David DeGea, Eduard Alejandre, César Camino, Alex Cueva, Guillermo San Juan, David García Palencia, Andrés Acevedo, Asier Iturriaga, Alejandro Pantany, Carmen Flores Sandoval

Ayudante de dirección: Venci Kostov

Escenografía y vestuario: Felype de Lima

Iluminación: Carlos Alzueta

Producción: TeatroLab Madrid y El Reló

Teatro: Espacio Gallinero Reestreno 17 de enero - 9 de febrero 2020

Estreno: Teatro Fernán Gómez 14 septiembre a 8 octubre de 2017

Duración: 130 minutos

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