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La dama duende


Cuando vas a ver una obra clásica y te encuentras, precisamente eso, un clásico tal cual... ¡Oh! sorpresa. Si además está tan bien llevado a escena, la dirección y los actores en plenitud, ¡cómo lo disfrutamos! La dama duende lo ha logrado.

El panorama actual del teatro español permite pocas ocasiones como esta. Las adaptaciones libres, el tono ligero para quitar densidad al 'pobre espectador', es la norma. Es cierto que hay versiones memorables, por supuesto, y aquí he hecho la crítica de unas cuantas. Pero también hay versiones en las que se piensa que los espectadores precisamos que nos mastiquen el texto para tragarlo. Solo pido un poco más de espacio al clásico-clásico, nada más. No todos hemos visto tanto clásico como para que estemos agotados. Por lo menos yo soy uno de esos espectadores.








Doña Ángela es una mujer viuda que vive con sus dos hermanos. Don Manuel, amigo de uno de ellos, llega a la ciudad y va a ser alojado en su casa. Deciden colocar a la hermana en una habitación separada del resto de la casa, con salida exterior independiente, oculta a la mirada y conocimiento del amigo. Ella se enamora de Don Manuel y lo espía a través de una puerta secreta que comunica las dos habitaciones y que nadie conoce. Una serie de situaciones de auténtico enredo se irán sucediendo: habrá duelos, identidades ocultas, fantasmas, objetos y personas que aparecen y desaparecen...


La dama duende es una comedia de "capa y espada" muy entretenida, que juega a los equívocos de forma ingeniosa. El argumento divertido, repleto de acción e intriga, permite que el autor nos hable del honor, la confianza, la amistad, el amor y del ingenio de una mujer para buscar la libertad y el éxito de sus deseos. El texto está lleno de hallazgos poéticos y de juegos de palabras e intenciones.

La adaptación de Álvaro Tato y la dirección de Helena Pimenta consiguen que disfrutemos de la obra en todo su esplendor. El verso, con sus giros en desuso, se disfruta con la vitalidad que ambos han conferido a la obra, alejada de una función encorsetada, rígida. Está llena de frescura.

Los actores declaman con naturalidad, su interpretación entusiasta consigue que en seguida nos peguemos a sus personajes, a la obra. Se evita la exageración que en otras versiones de los clásicos se utiliza como un recurso fácil para provocar la hilaridad. No hace falta, la obra y sus personajes respiran por sí solos. Cada uno en su papel, encaja en el engranaje de la obra que escribió Calderón.


El decorado nos presenta la clásica habitación burguesa con una puerta / alacena giratoria en el centro. Los paneles de la pared, con el cambio de iluminación, se vuelven traslúcidos y podemos ver lo que ocurre en la otra habitación cuando las acciones son simultáneas. Un recurso sencillo y muy eficaz.


El vestuario nos traslada del barroco al ciudadano del siglo diecinueve con unas ropas elegantes y muy vistosas. Como curiosidad, para los lances las espadas surgen de los bastones de los caballeros.


Helena Pimenta dirige la obra con el dinamismo que precisa, integra todos los elementos (vestuario, decorado, iluminación) para que los actores se desenvuelvan con naturalidad en una atmósfera urbana, doméstica y, en ocasiones, misteriosa.


La dama duende es un clásico que vais a disfrutar en toda su brillantez. No hay que perdérselo.


Texto: Calderón de la Barca

Versión: Álvaro Tato

Dirección: Helena Pimenta

Actores: Marta Povesa (Doña Ángela), Rafa Castejón (Don Manuel), Álvaro de Juan (Cosme), David Boceta (Don Luis), Joaquín Notario (Don Juan), Paco Rojas (Rodrigo), Nuria Gallardo (Doña Beatriz), Cecilia Solaguren (Isabel), Rosa Zaragoza (Clara)

Ayudante de dirección: Fran Guinot

Escenografía: Esmeralda Díaz

Vestuario: Gabriela Salaverri

Producción: CNT

Teatro: Teatro de la Comedia 5 de octubre a 10 de diciembre 2017

Duración: 105 minutos

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