Esto no es La casa de Bernarda Alba

Una propuesta interesante que permite disfrutar del texto de García Lorca, con grandes aciertos en interpretación, iluminación y escenografía pero con elementos fallidos que rompen la dinámica: números de danza, performance y discurso feminista como broche final. Pero claro, Esto no es la casa de Bernarda Alba y se aleja del espíritu del autor original.

La obra está interpretada por hombres (la única mujer es Julia de Castro) y sorprende agradablemente que resulte convincente, natural. Este enfoque podía haber supuesto una barrera en detrimento de la función y gracias a la dirección e interpretación se consigue superar. La excepción es el personaje de Adela con Jaime Lorente musculoso y vestido con traje largo y escote que me distanciaron de su papel.

Hay una clara intención de ruptura con la dramaturgia tradicional, provocando un alejamiento emocional del drama que nos cuentan, a través de la introducción de varios números de danza o performance, encajados sin mucha lógica.

Cuando la criada Poncia se queda sola empieza a escuchar el típico/tópico moscardón molesto e intenta cazarlo, se lo traga, lo tiene que escupir (un alien se remueve en su cuerpo)... danza vodevil al ritmo de la música de Korsakov más propia de gag televisivo.

En otra escena la incongruencia surge con una rivalidad entre la violinista, cuyo violín empieza a sonar agresivo y atonal, y un cuerpo danzante que parece una marioneta. En otras ocasiones, se introduce una danza de grupo...

Los números funcionan bien de forma autónoma, alguna coreografía de danza es especialmente bella, pero carecen de sentido en la función, están fuera de contexto.

Eusebio Poncela compone una Bernarda severa, voz fría e inquietante que domina a sus hijas encerradas por el luto tras la muerte de su marido. Oscar de la Fuente interpreta a una Poncia con total frescura, quizá el mejor papel del elenco. Angustias, la hija mayor casadera, está interpretada por David Luque y muestra el perfil más femenino y cercano. Igor Yebra, cuerpo escultural para la danza, ni por su doble papel ni por sus cualidades actorales destaca, su desarrollo como personaje es performático. Jaime Lorente nos regala su discurso final y en el personaje de Adela su voz y ademanes resultan demasiado bruscos (recordemos cómo va vestido). El resto del elenco está bastante bien.

La escenografía cuenta con una pared blanca y poco atrezzo (en alguna escena unos perros amenazantes muy sugerentes) y una iluminación que embellece la escena, añade plasticidad a los momentos de coreografía.

Acabada la obra, micrófono en mano, nos someten a un discurso feminista bochornoso. A estas alturas, no supone un problema la falta de integración del alegato con la dramaturgia de la obra, ya que esta ha sido continuamente interrumpida por fragmentos ajenos. El problema fue el contenido del mismo. Puede ser que ciertos aspectos acerca del derecho de la mujer me parezcan muy obvios solo a mi, pero tuve la sensación de que algunas frases parecían dirigidas a mis bisabuelos. Pienso que hoy sabemos, al menos, que las mujeres son personas.

Señoras y señores, el teatro permite a través de la ficción generar reflexión. Estamos aburridos de alegatos y discursos, elementos ajenos a una función teatral. ¿Cuántos años han de pasar para que se den cuenta? ¿Cuándo dejaran de pensar que esto es moderno?

Una señora que estaba en la butaca de al lado se ofendió porque no aplaudí.

Texto: Federico García Lorca

Versión: José Manuel Mora

Dirección y coreografía: Carlota Ferrer

Intérpretes: Eusebio Poncela, Óscar de la Fuente, Jaime Lorente, David Luque, José Luís Torrijo, Guillermo Weickert, Julia de Castro, Igor Yebra

Escenografía: Carlota Ferrer y Miguel Delgado

Ayudante de dirección: Enrique Sastre

Vestuario: Ana López Cobos

Iluminación: David Picazo

Producción: Draft.inn, Teatros del Canal, Prevee S.L. - Fernando Valero

Teatros del Canal 14 de diciembre 2017 a 7 de enero 2018

Duración: 110 minutos