Insolventes

Produce cierta lástima que una obra empiece con un planteamiento atractivo, perfile unos personajes entrañables, cuente con unos actores tan naturales y, después de una hora, todo quede en algo liviano.

Una librería, en un suburbio de Barcelona, en la que no entran clientes. El dueño mantiene a su empleado, Jano, que presenta una deficiencia mental. Lo protege pero al mismo tiempo se aprovecha de él. Allí aparece Darío, amigo de León, que vive del trapicheo e intenta sacar lo que puede para seguir adelante, sin importar los medios. Son tres perdedores a la deriva, con tiempo libre para divagar, pasar el tiempo. El argumento es mínimo: unos sellos rojos con la cara de Franco se encontraban dentro de un libro que ha sido vendido y quieren recuperarlos.

Las carencias de Insolventes proceden de un texto insuficiente. Diálogos con conversaciones que se alargan sin aportar nada a nivel argumental o en el perfil de los personajes. Por otra parte, el final se ha descuidado: deja la sensación de inacabado y de recurso facilón.

La dirección de Pablo Martínez Bravo es eficaz con el material que maneja, aunque no puede evitar que la última parte de la obra, que dura poco más de una hora, se haga tediosa. Los actores brillan con auténtica luz a pesar de la luz apagada del texto. Samy Khalil, tras su interpretación en Dentro de la tierra, demuestra que tiene una carrera como actor prometedora.

Interesante propuesta que hace desear que esos personajes vivieran una aventura diferente a la desarrollada.

Texto: Félix Estaire

Dirección: Pablo Martínez Bravo

Intérpretes: Rubén Frías (Darío), Samy Khalil (Jano), Javier Zarapico (León)

Ayudante de dirección: Álvaro Nogales

Escenografía: Andrea Torrecilla

Vestuario: Pier Paolo Álvaro

Iluminación: Miguel Ruz

Producción: Producciones El Perro

Teatro: Nave 73 Diciembre y enero de 2018

Duración: 65 minutos