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Cronología de las bestias


Cronología de las bestias es un fallido melodrama por su argumento y su puesta en escena, escritura y dirección de Lautaro Perotti. Hay un correcto trabajo actoral pero parece que se mueven libres por el escenario, a veces bruscos, otras como desorientados.

El argumento no termina de funcionar, las relaciones entre los personajes no fluye y la vuelta de tuerca con 'sorpresa', que no puedo destripar, convierte la situación en algo poco verosímil. Lo comentaré después de la ficha técnica para aquellos que hayan visto ya la obra. Anticipo que la sorpresa ya se deja ver casi desde el principio si estás atento al diálogo.






La historia nos habla de una familia destrozada por la desaparición de un niño. Con la madre viven su hermana Celia y su sobrino Beltrán. Celia parece vivir en su mundo, no se entera de nada, quizá algo retrasada, tal y como la llama su hermana Olvido. Beltrán trapichea con el contrabando, es un soplo de aire fresco en esas vidas torturadas. Un día aparece de forma inesperada el niño perdido, ya adolescente: han pasado más de diez años desde que desapareció. El reencuentro no será fácil, no parece que traiga una espontánea alegría. Fuera, la gente del barrio, los periodistas, intentan acceder al domicilio. Un cura será el que haga de mediador de la situación e intente llevar la paz a esa casa.


Los primeros minutos de la función ya nos muestran las carencias de este melodrama: no es una comedia, aunque el autor y director hable de 'comedia negra de suspense'.

Empieza la obra con los actores que se pasean por el decorado, abren puertas, salen y entran, como si nos marcaran el territorio por el que se van a mover. La escenografía representa un patio interior situado entre unas habitaciones tipo bungalow y un amplio salón-cocina con puertas de entrada y salida (el patio y las puertas solo señaladas con sus marcos para poder ver todos los espacios escénicos).

Tras la silenciosa introducción, intuimos que alguien se encuentra agazapado tras el sofá, vemos por encima del sofá una pistola. Celia acude a la cocina y se da cuenta de que una persona está escondida, la reconoce (de forma inexpresiva), le quita el arma, le da la espalda y se pone a llamar por teléfono a Olvido para decirle que su hijo ha vuelto. La siguiente escena sigue produciendo una sensación de movimiento actoral deshilvanado, tibio, carente de fuerza, a pesar del aparente impacto que debería producir la aparición de ese hijo.

A lo largo de la función, destaca las excesivas veces que se abren puertas, se entra y se sale sin ningún sentido, me hizo pensar en lo poco que se ha aprendido del uso maravilloso que se puede hacer con las puertas ¡Lubitch se desesperaría!

Sin destacar especialmente la caracterización de ningún personaje, tengo que decir que el papel del cura ha sido un auténtico estorbo como personaje y como línea argumental. Supongo que al autor le habrá fascinado este prototipo al que recurren en el teatro o el cine inglés, pero aquí estaba fuera de lugar.


Los actores defienden con dignidad sus papeles. Pilar Castro y Carmen Machi tienen las suficientes tablas y el suficiente talento interpretativo para salvar algo a sus personajes. Cronología de las bestias puede servir para darnos cuenta de lo necesario que es un director para los actores. Sufría por ese naufragio ocasional de la gran Machi. Patrick Criado y Santi Marín también cumplen.

De Lautaro Perotti no voy a añadir nada más.


Mencionar, una vez más, que los problemas de sonido del Teatro Español ya empiezan a ser crónicos. Sentado en la cuarta fila había palabras que perdíamos, en fin.

Texto y dirección: Lautaro Perotti

Intérpretes: Carmen Machi, Pilar Castro, Santi Martín, Patrick Criado, Jorge Kent

Escenografía: Mónica Boromello

Ayudante de dirección: José Luis Huertas

Iluminación: Carmen Martínez

Vestuario: Sara S. de la Morena

Producción: Octubre Producciones, Teatre Lliure, Teatro Español

Teatro Español 9 marzo a 8 abril 2018

Duración: 75 minutos




Comentario final: El adolescente que aparece no es el niño desaparecido sino un compinche de Beltrán que se ha tenido que refugiar en su casa. Se puede interpretar que la tía se confunde o se engaña así misma para ocultar la cruda realidad. La madre sabe desde el principio que no puede ser su hijo. La actitud de todos los implicados carece de sentido por mucho que se quiera hablar del engaño, la mentira y la simulación.


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