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Filoctetes


Filoctetes es una obra muy interesante de Sófocles pero bastante desconocida por los lectores, raros, de teatro clásico (aunque haya disponibles varias ediciones desde siempre). Antonio Simón ha dirigido una muy digna versión sin intentar escamotear la inacción que la obra original tiene. Ha contado con grandes actores.



Antecedentes: de camino a Troya, Filoctetes es mordido por una serpiente en el pie y la herida se infecta. Los gritos de dolor y el olor a putrefacción se hacen insoportables para sus compañeros y deciden abandonarlo en la isla de Lemnos. Ulises formaba parte de esa expedición. Diez años después, el ejército griego sigue luchando contra Troya. El gran héroe Aquiles ha muerto en la batalla. Una profecía dice que no podrán conquistar Troya sin el arco de Heracles (Hércules) que portaba Filoctetes. Sus compañeros vuelven a la isla para recuperarlo. En este punto empieza la obra de Sófocles.

Ulises instruye al hijo de Aquíles, Neoptólemo, para que se gane la confianza de Filoctetes y conseguir el arco. Neoptólemo, un joven guerrero íntegro, no está convencido de su papel, no quiere mentir a un hombre que ha sido abandonado y traicionado.


Esta tragedia tiene la peculiar característica de no tener una acción violenta, los hechos convulsivos ocurrieron antes del momento que presenciamos. La obra se centra en el debate dialéctico y moral. Una artimaña para convencer a una persona traicionada para que vuelva a la batalla, un joven honrado que debe mentir a un desgraciado para conseguir el fin: la victoria de su pueblo. La justificación del bien común para manipular al individuo. Un tema que tiene plena vigencia.

La versión de Jordi Casanovas sigue la estructura y pensamiento de Sófocles, pero introduce algunos elementos "novedosos" que, en realidad, son norma en el teatro actual. Una presencia femenina a través del corifeo, en una obra donde no hay personajes femeninos, y alguna frase antibelicista y feminista (las mujeres no hacen la guerra). Son inclusiones innecesarias pero que no perjudican el conjunto. El problema surge con la caracterización del coro: un grupo de mujeres de aspecto troglodita (faltaba el hueso en la pelambrera) y con una coreografía de movimientos disarmónicos que servía de contrapunto a la acción.

Si el texto es una buena versión, más cuestionables son algunas elecciones dramatúrgicas, por otra parte, ya habituales y casi constantes en la contemporarización del clásico. El personaje de Ulises, interpretado por Pepe Viyuela, aparece vestido de ejecutivo y con una actitud muy contemporánea en contraste con el modo de actuar (no solo de vestir) de Neoptólemo y Filoctetes. Lo mismo ocurre con la voz en off de Miguel Rellán como Heracles, proyectado en imágenes sobre el teatro. Es un contraste innecesario, aburrido por sobreutilizado y que resta y no suma interés al original.

Pedro Casablanc nos deleita con su interpretación, confiere a su personaje la energía y fragilidad necesarias, temeroso, desconfiado, plañidero. Algunas veces aligera en exceso el dramatismo.

Pepe Viyuela está magnífico a pesar de las indicaciones de tono, erróneas, que ha recibido. Es un gustazo verlo en escena, a pesar de ello.

Félix Gómez ha madurado como actor y nos convence en su papel de joven guerrero, dubitativo, impulsivo; echo de menos algún matiz que permitiera aflorar el debate interno del personaje, más hondura interpretativa.

Samuel Viyuela tiene un papel de figurante y dos frases, es el personaje ausente y presente en la obra de Sófocles. Cumple bien su cometido.

Las proyecciones suelen ser un elemento, cuando se utiliza con ingenio, que apoya e incluso refuerza la dramaturgia. Aquí ha resultado bastante pobre, un pegote innecesario, casi de teatro de aficionados: el avión aterrizando, las cucarachas proyectadas sobre el barco, las recurrentes gaviotas, la cara con expresión de grito de Casablanc sobre las columnas del teatro de Mérida.

La escenografía de Paco Azorín me ha parecido correcta (aunque no ha gustado a gran parte de público y crítica). En la parte central del enorme escenario del teatro de Mérida vemos un barco de guerra encallado y un terreno arenoso de lava volcánica; cierra el perímetro unos neumáticos. Ha reforzado el aspecto inhóspito del lugar con restos de guerra contemporánea. La cueva se ha convertido en un interior de barco. La negrura del escenario es el paso de la guerra que todo lo destruye.


El vestuario diseñado por Sandra Espinosa es ecléctico. El ya mencionado traje de ejecutivo de Ulises frente a los andrajos de Filoctetes o la ingeniosa ropa de guerrero de Neoptólemo (peinado y tatuaje en la cara incluidos), que me han parecido muy acertados. Olvidemos a las trogloditas o al "gasificador" con mono naranja.

Una representación interesante que ha permitido ver una obra que no se suele representar en los escenarios y merecía este rescate.

Autor: Sófocles

Versión: Jordi Casanovas

Dramaturgia: Jordi Casanovas y Antonio Simón

Dirección: Antonio Simón

Intérpretes: Pedro Casablanc, Pepe Viyuela, Félix Gómez, Samuel Viyuela, Miguel Rellán (voz en off)

Escenografía: Paco Azorín

Ayudante de dirección: Gerard Iravedra

Vestuario: Sandra Espinosa

Coreografía: Moreno Bernardi

Producción: Festival Internacional de Teatro Clásico de Merida y Bitó

Estreno: Festival de Mérida 25 al 29 de julio de 2018

Duración: 100 minutos


El festival de teatro de Mérida necesita un cambio en términos cualitativos. Todavía no he visto una gran obra después de tantos años. Me parece grave teniendo en cuenta el maravilloso material del que se parte, el teatro greco-romano.

La carencia principal es una dirección exenta de la genialidad precisa.

No deberíamos conformarnos con el éxito de público.


Fedra, en versión de Paco Bezerra y dirección de Luis Luque, la veré en el teatro La Latina en Madrid.


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