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Bullet Park (1969) de John Cheever


Una novela sorprendente, desconcertante, cargada de descarnado cinismo y divertidas situaciones rocambolescas. Una obra sin un rumbo claro que interesa por la fuerza expresiva de su escritura. Conforme avanza la lectura, la novela se va llenando de múltiples relatos que disgregan el argumento, agota la energía inicial y termina derivando en una parte final inesperada y absurda. ¿Como la vida misma?


La novela se divide en dos partes bien diferenciadas con una breve tercera parte a modo de conclusión. Nos encontramos en un barrio de clase media. El protagonista es Eliot Nailles, responsable de la línea de ventas de enjuagues bucales de una compañía, casado con Nellie, ama de casa que se interesa por arreglos florales y estudia "todo Camus", y con un hijo adolescente consentido, Tony. Son la típica familia norteamericana que tiene todo para ser feliz.

Hammer es el nuevo vecino que llega al barrio. En la segunda parte iremos conociendo su vida y sus antecedentes familiares. Es un personaje solitario hasta que decide repentinamente casarse, un individuo con alguna obsesión, como su fascinación por las habitaciones amarillas, que decide un día, por azar, asesinar a un tipo que aparece en la revista de su dentista.

Lo más atractivo de este libro es la mordaz descripción que hace John Cheever de los personajes y de las situaciones en las que se ven envueltos. Un frío cinismo contumaz y despiadado. Nos provoca, en muchas ocasiones, una sonrisa helada. La novela tiene episodios geniales junto a otros tan planos que se leen con rapidez con la esperanza de llegar a volver a encontrar su inspiración.

Cuando una novela cuenta muchas historias fuera de las líneas principales que inicialmente se ha marcado, presenta el difícil reto de mantener el interés del lector. Estos relatos han de tener una importancia en sí mismos. John Cheever no siempre lo consigue y, definitivamente, acaba perdiendo parte del interés en la segunda parte de la novela, en la que el propio Hammer hace de narrador. Excesivas divagaciones en vidas secundarias que pretenden definir al personaje. Las motivaciones de los actos de Hammer no quedan definidas para generar cierta verosimilitud, tampoco es que sea imprescindible pero, al menos, desarrollar el perfil del personaje, o generar alguna tensión narrativa previa, algo.

La acción descrita en la tercera parte tiene alguna incongruencia y adolece de una precipitación que deja bastante frío al lector.

Los cambios narrativos no convencen, no consiguen potenciar la obra, la desestabilizan sin aportar especial valor. Es un recurso difícil de manejar que pocos escritores saben utilizar. Aquí solo produce un leve desconcierto.

La novela interesa gracias a la genialidad que muestra el escritor en sus arranques cínicos y en la descripción de algunos episodios ridículos, patéticos, que protagonizan los personajes: situaciones que los desnudan y los muestran tal y como son, sin las apariencias de felicidad y buenas formas que intentan demostrar a los demás.


Cuando la madre se escandaliza porque en un teatro off ha visto un desnudo (los pensamientos encontrados que tiene a la vuelta a casa en metro), la sucesión de médicos (hasta que llega el curandero) que pasan por la casa para curar la depresión del hijo, la figura del agente inmobiliario que recomienda un barrio en el que no vive, los vecinos que hablan de las cualidades de sus hijos como si vendieran el mejor modelo de coche...

John Cheever (1912-1982) es un escritor norteamericano autor de cinco novelas y numerosos relatos cortos. Bullet Park fue su tercera novela y generó una gran polémica. En el mismo año se publicó El mal de Portnoy de Philip Roth.


Editorial: Emecé Editores (grupo Planeta)

Páginas: 234

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