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Cuzco


En muchas ocasiones cuando una pareja entra en crisis, sobre todo cuando todavía no es consciente del deterioro real de su relación, decide tener un hijo o, si no puede, tener una mascota, o planear un viaje: cubrir el espacio, llenarlo de una experiencia vital que genere nuevas emociones en la convivencia y así superar el bache... Es una forma de encubrir la realidad, más fácil si se hace con un ser vivo que si se intenta con las experiencias externas de un viaje que acaban en la habitación del hotel.


Cuzco nos cuenta cómo afronta una joven pareja su crisis en un viaje programado por tierras de Perú.


Él regresa a la habitación del hotel donde ella se ha quedado porque se encuentra mal, no se ha adaptado al cambio de altura. Desde el principio vemos que no se llevan bien. Discuten porque ella no se toma el mate de coca (no le gusta el sabor) para sentirse mejor, no comparten las mismas ideas (él se entusiasma con los datos que le suministra el guía, ella se entusiasma con los encuentros fortuitos de gente del lugar), no opinan lo mismo de la pareja de españoles que hacen el mismo viaje (él entusiasmado, ella crítica) En sus conversaciones vemos la distancia, la grieta que se ha abierto entre ellos. Desconfianza, tedio, celos, reproches...


Los diálogos fluyen con cierta naturalidad, a veces con fuerza, otras veces livianos. Nos vamos metiendo en la piel de los dos. Las pinceladas nos van definiendo a los personajes: el joven es más superficial, menos sensible, se deja llevar por los atractivos externos, se encandila con la otra pareja que es más feliz, más perfecta, tal y como la mira él; la joven se encierra en sí misma, se mantiene en una actitud más defensiva, incluso deprimida, oculta más cosas que él, recupera la felicidad con el contacto con el pueblo en la calle en una actitud algo snob. Poco más.


Las escenas son breves e irregulares: algunas conversaciones no funcionan porque se quedan en la superficie o los personajes utilizan algunas palabras impostadas y, por otra parte, los actores no interpretan sus papeles con la misma fuerza. Silvia Valero nos convence desde la primera escena pero Bruno Tamarit se encuentra a otro nivel, oscilante.


Los diálogos no solo nos reflejan el mundo íntimo de la pareja, hay cabida para abordar el tema de la sociedad burguesa, la revolución andina, la izquierda y el capitalismo, el colonialismo... Esta parte no termina de estar bien integrada y no favorece la dramaturgia.


La escenografía en el teatro Fernán Gómez ha conservado lo esencial del diseño de Mireia Vila para el estreno: fría austeridad apropiada para la historia que se cuenta. Paredes lisas, oscuras y unas "cenizas" que envuelven la escena de sexo apropiadamente.



Cuzco es una interesante obra que planea por cotas medias, cuando partíamos de una idea que podía dar mucho más.

Dirección y dramaturgia: Víctor Sánchez Rodríguez

Intérpretes: Silvia Valero, Bruno Tamarit Escenografía: Mireia Vila

Ayudante de dirección: Cristina Fernández Pintado Iluminación: Mingo Albir Vestuario: Teresa Juan Música y espacio sonoro: Luis Miguel Cobo Producción: Institut Valencià de Cultura, Ayuntamiento de Sagunto

Teatro: Fernán Gómez 9 al 25 de noviembre 2018

Duración: 70 minutos

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