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El mago


El mago es una comedia extraña, divertida y disparatada que juega con la realidad y aquello que parece real. Todo lo que pasa puede ser producto no de un sueño sino de un hipnotismo. Con este juego Juan Mayorga plantea muchas preguntas acerca de nuestra percepción de la realidad y, al mismo tiempo, nos enreda en algunos divertidos absurdos.


Nadia vuelve a su casa tras ver una desastrosa función de magia. Un mago al que se le caían las cartas, los conejos se le escapaban, los trucos se veían, todo bastante penoso. Al final de la función el mago pide tres voluntarios para un número de hipnotismo y ella piensa, claro, amañados... pero Nadia es uno de esos voluntarios. Toda esta historia se la cuenta al marido y a su hija. Recuerda que el mago le dice que quizá al abrir los ojos ella crea estar en casa y empieza a dudar ¿son realmente su marido y su hija? ¿Está ella allí? Dudas que ella expresa en voz alta y por las que su familia protesta. Llaman al timbre y aparece la abuela, que trae un conejo muerto, inoportuna: están esperando a una pareja de invitados para cenar. Durante la reunión Nadia está rara, ensimismada, empiezan a dudar si sigue hipnotizada y surge entonces una duda mayor: ¿Nadia está todavía en el escenario? ¿Quién se atreve a ir allí y comprobarlo?


El tono de enredo y el argumento mágico nos sacan del mundo real representado para plantearnos, a través de un absurdo paradójicamente asumible, la percepción de lo real, la crisis de identidad, la credulidad, el destino, lo absurdo de la vida, entre otras cuestiones. El mago es una historia que se disfruta si nos dejamos llevar, sin buscar explicaciones realistas a lo que vemos, aceptando las paradojas a las que se enfrentan los personajes como interpelaciones a la relatividad de nuestra propia realidad.


La escenografía nos remarca un espacio bien delimitado con un típico salón de clase media. Ese espacio es como una ventana a una casa de juguetes. Los personajes salen y entran como si la realidad estuviera fuera de ese espacio, fuera, en definitiva, del escenario.


El humor es suave y brota de las paradojas y las reacciones de algunos personajes, sin grandes estridencias, con muchas sonrisas. Una comedia que surge de las incongruencias, del mecanismo del juego y la confrontación de las piezas ante el cambio de las reglas de lo que llamamos realidad.

Los personajes son parte del engranaje del juego intelectual de Mayorga y responden conforme se van planteando las vueltas de tuerca. Los personajes no son estereotipos porque la historia es atípica pero carecen de profundidad.

El planteamiento del absurdo es tímido (lo agradezco) y evita llegar a los límites de Pinter o Ionescu, por ejemplo.


Juan Mayorga dirige muy bien su propio juego y, para ello, ha sido fundamental la milimétrica dirección de los actores. Destaca el gran trabajo de Clara Sanchis, expresiva, incrédula, alucinada. José Luis García-Perez lleva el timón de la función, una apabullante interpretación a pesar de su ronca voz (el día que vi la función). El resto del elenco los arropa perfectamente.


Es un texto inteligente pero, como tantas veces en el teatro de Mayorga, algo frío, sin despertar empatía o sensibilidad. Aquí el humor calienta algo la frialdad que he sentido en otras obras: El cartógrafo, Reikiavik o Famélica (esta última infausta). De su amplia obra me quedaría con La paz perpetua en la que la gran originalidad juega también a su favor. Es una opinión muy personal ya que Mayorga es considerado como uno de los grandes maestros de la dramaturgia contemporánea española. De todas formas, tengo aún pendiente, por ejemplo, La tortuga de Darwin o el próximo estreno, Intensamente azules.


Texto y dirección: Juan Mayorga

Intérpretes: Clara Sanchis, José Luis García-Pérez, Ivana Heredia, Julia Piera, María Galiana, Tomás Pozzi

Escenografía y vestuario: Curt Allen Wilmer

Iluminación: Juan Gómez-Cornejo, Amalia Portes

Ayudante de dirección: Carlos Martínez-Abarca

Producción: CDN, Avance Producciones Teatrales, Entrecajas Producciones Teatrales, García-Pérez Producciones

Teatro: Valle-Inclán Sala Francisco Nieva

Del 23 de noviembre a 30 de diciembre de 2018

Duración: 90 minutos

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