Barro
Barro es la primera parte de la ambiciosa propuesta de una tetralogía que recorrerá la historia de Europa a lo largo del siglo XX. Entender de dónde partimos, cómo hemos evolucionado, dónde nos encontramos y por qué. Un fresco histórico que tendrá la mirada en las personas anónimas que lo conforman, centrado en los jóvenes que han intervenido en la Historia. Interpretado por actores de La Joven Compañía e integrado en su esencial proyecto: llevar el teatro a las nuevas generaciones de jóvenes, crear nuevo público y hacerle reflexionar.
Barro se centra en la Primera Guerra Mundial, en los jóvenes soldados alemanes y franceses. Es el barro de las trincheras, el barro de la Europa del progreso y la cultura en ruinas.
La obra se sitúa antes del inicio de la Primera Guerra Mundial en París y en Colonia. Contemplamos escenas de diversión de jóvenes estudiantes que hablan de lo que está ocurriendo en Europa con una superficialidad propia de su edad. La idea de la guerra incluso les entusiasma, las soflamas patrióticas los enciende. Un joven, el típico estudioso, tímido y con gafas, es el único que los contiene con argumentos sensatos, fruto de sus lecturas...
La guerra estallará y cambiará sus vidas para siempre. Asistiremos al campo de batalla, a la retaguardia, incluso a la enfermería de campaña donde alguno de ellos llegará mal herido.
La propuesta no termina de funcionar, solo nos llega en algunos momentos. Hay grandes ideas, el esquema argumental está bien diseñado, el texto tiene diálogos y monólogos que ahondan en lo que está ocurriendo, algunos de gran belleza lírica.
Influyen varios factores: por una parte, el dibujo de los personajes carente de una personalidad muy definida; en un intento de representar la juventud de una generación, predomina algún tópico (el bruto, el intelectual, la chica fuerte, la enamoradiza...) Por otra parte, hay una dirección que no integra adecuadamente las partes en un todo, las escenas se suceden de forma muy fragmentaria; además, no controla algunas interpretaciones.
Los actores de La Joven Compañía no interpretan sus papeles con convicción, las frases profundas parecen impostadas, arrojadas como sentencias no como reflexiones asimiladas e interiorizadas. Extraña que estos actores, que he visto en varias obras brillar en el escenario a pesar de su juventud, se muevan oscilantes por el escenario, a veces con excesivo impulso y otras hieráticos. María Romero gritando con voz aguda desaforada, Samy Khalil con inapropiada y permanente actitud de chico tímido y atontado, otros cambiando de registro a lo largo de la función como si fueran personajes distintos. La dirección de José Luis Arellano no ha sabido, en esta ocasión, tomar las riendas de la historia.
Por mencionar una escena: las voces anónimas de las cartas de los soldados declamadas cara al público por el grupo de actores no han conseguido el efecto testimonial que se buscaba.
En cuanto a la escenografía, esta resulta de una frialdad y fealdad excepcionales: unos ventiladores gigantes y una pantalla metálica en la que se proyecta una parte del mapa de Europa junto a letreros informativos de tipo histórico. Tiene una justificación funcional pero había muchas posibilidades para encontrar otras opciones que reforzaran las distintas escenas de la obra.
He podido disfrutar de algunos momentos por la profundidad, sensibilidad y belleza poética del texto junto a la pasión interpretativa. Por ejemplo dos monólogos, uno en el que se reflexiona sobre el honor y los colores de la guerra, la patria... otro sobre el amor no vivido (desgarrador).
Barro es una obra que pudo ser y no fue en el escenario. Barro contiene tantos elementos potenciales que versionada y dirigida de nuevo podría llegar a ser ese gran fresco histórico y humano que esperábamos al entrar al teatro.
Texto: Guillen Clúa y Nando López
Dirección: José Luis Arellano García
Intérpretes: Samy Khalil (Helmut), Alejandro Chaparro (Klaus), María Romero (Ingrid), Víctor de la Fuente (André), Álvaro Quintana (Marcel), Jota Haya (Pierre), Cristina Varona (Erika), María Valero (Masha)
Escenografía y vestuario: Silvia de Marta
Iluminación: Paloma Parra
Movimiento escénico: Andoni Larrabeiti
Producción: Fundación Teatro Joven, Comunidad de Madrid
Teatros del Canal 30 de noviembre a 23 de diciembre de 2018
Duración: 110 minutos
