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Nunca me abandones (2005) de Kazuo Ishiguro


La primera novela que cae en mis manos de Kazuo Ishiguro me produce el suficiente interés como para seguir explorando su obra. Un libro que me ha provocado cierto desasosiego.

Le concedieron el premio Nobel de Literatura en el año 2017.


El libro se estructura en tres partes, tres momentos diferentes en la vida de varios personajes, todo narrado desde el final de la historia.

Kathy H. es una cuidadora que lleva once años y, a punto de abandonar su trabajo, decide reflexionar sobre su vida. El libro, escrito en primera persona, nos cuenta sus experiencias en el internado de Hailsham.

La novela describe maravillosamente el mundo de la infancia y adolescencia en un internado cualquiera: los juegos, las mentiras, la fantasía, la necesidad de pertenecer a un grupo, la llegada de la madurez y el abandono de actitudes propias de una mentalidad infantil...

La lectura conlleva cierta extrañeza por algunos detalles narrativos que no terminan de encajar pero que luego tendrán su explicación, parcial e indirecta, al final de la segunda parte.

Esta segunda parte se desarrolla en una granja especial donde se reúnen jóvenes de diferentes centros. Un lugar apartado de la civilización en el que se permite alguna salida al exterior. Es quizá la parte menos interesante, los conflictos más banales, las conversaciones escritas con menos fuerza. Lo más interesante es observar esa necesidad de seguir perteneciendo a un grupo y la resistencia a la pérdida de identidad de los rasgos que te definían en la infancia.


La tercera parte de la novela sigue la vida de algunos personajes que, ocasionalmente, se entrecruzan y presenta las consecuencias, como adultos, del motivo por el que fueron preparados (no puedo revelar más) Es, como decía al principio, el momento más angustioso de la novela, con capítulos que producen cierta inquietud. La aparente impotencia ante los hechos y la abnegada aceptación de los mismos. Una metáfora distópica de acontecimientos históricos que la humanidad ha vivido.


El relato es fluido, siempre envuelto en cierta extrañeza porque no revela todo lo que ocurre y porque no se llega a entender del todo la sumisión o pasividad de los protagonistas ante su destino, al menos debería haber algún tipo más de rebeldía. Este es el principal defecto del relato: un argumento distópico que no termina de funcionar tal y como está descrito.


Nunca me abandones es una novela escrita por un buen narrador que se acerca con profundidad al tema de la infancia y la juventud pero que, en parte, patina en su invención argumental y en el desarrollo de los personajes como adultos.


Editorial Anagrama. Colección Compactos

Páginas: 351

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