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Gilgamesh


La epopeya de Gilgamesh llevada a escena con gran belleza y fuerza. Una propuesta valiente y llena de inspiración que sorprende y se disfruta como una experiencia diferente. Sensible, poética y vital. Un buen vino que se decanta pausadamente. No apto para todos.


El pueblo de Uruk, sometido a la tiranía del rey Gilgamesh, pide a los dioses que envíen un salvador que los libere. Los dioses crean al héroe Enkidu y éste derrota a Gilgamesh. A partir de entonces se forja una gran amistad y se convierten en amantes. Emprenden un viaje en busca de la gloria eterna: atraviesan el impenetrable bosque para vencer al demonio Humbaba, derrotan al monstruoso toro del cielo... Desafían el designio de los dioses y estos deciden castigarlos. Un día, Enkidu cae enfermo y, al final, muere dejando a Gilgamesh en un estado de profunda desesperación. Gilgamesh, consciente de su propia mortalidad, emprende la búsqueda de su antepasado Utanapisthim, el único ser humano que sobrevivió al diluvio universal junto a su esposa y a quienes los dioses concedieron la inmortalidad, con la esperanza de que le revele el secreto. Para encontrar a su padre tendrá que superar varias pruebas: atravesar un largo sendero antes de la salida del sol, navegar por las aguas de la muerte...



Alex Rojo ha realizado una gran adaptación teatral del largo relato, con una gran capacidad de síntesis y una imaginación desbordante para adentrarnos en el espíritu de la epopeya, el relato oriental y la mitología griega. Bellas imágenes escénicas sin necesidad de decorado: iluminación sugerente, vestuario, máscaras inquietantes, coreografía impactante... Batallas y escenas sexuales desarrolladas en danza, cargada de electricidad, fuerza y delicadeza. Todo arropado con la música de sabor oriental, el sonido de tan-tan y las voces que repiten salmodias a modo de corifeo. Lenguaje poético épico, de sabor antiguo como el propio relato. Un escenario íntimo en el que se palpa la fisicidad de los actores.

Ángel Mauri interpreta un magnífico Gilgamesh, brutal al principio, siempre fuerte e impulsivo pero también sensible, amante y frágil. Su voz potente resuena con el eco del héroe que encarna y su cuerpo culturista caracteriza la fuerza del personaje sin dejar de mostrar su delicado movimiento en el escenario cuando lo requiere su papel. Alberto Novillo es el contrapeso del héroe, desarrolla la dualidad del competidor y del amante con gran verosimitud, aunque hubiera agradecido una declamación más vital. Macarena Robledo está perfecta en los diferentes papeles que interpreta en la obra. Irene Álvarez demuestra que, además de actriz, es una maravillosa bailarina. Alfonso Luque encaja en todas las caracterizaciones que encarna y es un inmejorable Utanapisthim. Hay solo dos momentos en la dirección interpretativa que no me han parecido acertados: Enkidu, valiente en el enfrentamiento con Gilgamesh, se muestra excesivamente temeroso cuando tiene que entrar en el bosque (poco congruente el cambio de actitud por la falta de transición entre escenas) y, por otra parte, la escena en que la mujer de Utanapisthim se muestra especialmente festiva, fuera de contexto.

Las armas, los intrumentos musicales y las máscaras son pura artesanía, todo ello debido al diseño del propio Alex Rojo, el demiurgo de la función.

Una obra que nos habla del amor como arma que nos convierte en más humanos, más sensibles y nos genera, al mismo tiempo, la energía necesaria para emprender nuevos retos en nuestra vida. El destino, se llame dioses o azar, golpeará en el momento menos deseado y nos hará ver nuestra oculta fragilidad, transformará la visión de inmortalidad de la juventud en sentimiento de futuro incierto.


La narración del poema de Gilgamesh sigue los caminos de la epopeya y la mitología: la sucesión de aventuras encadenadas que el héroe debe superar para conseguir la fama que ha justificado el relato épico. Se trata del relato más antiguo conservado, escrito sobre el año 1400 a.C., la mayor parte recogido en unas tablillas de arcilla con escritura cuneiforme.


¡Cuánta belleza y energía destila esta función! Atrévanse a verla.

Texto: poema anónimo de Gilgamesh

Versión, dramaturgia y dirección: Alex Rojo

Intérpretes: Ángel Mauri, Alberto Novillo, Alfonso Luque, Macarena Robledo, Irene Álvarez.

Espacio escénico y vestuario: Alex Rojo y Alberto Romero

Iluminación: Carlos Laso

Música original, máscaras e instrumentos musicales: Alex Rojo

Producción: Aidos Teatro

Teatro: Fernán Gómez 8 de febrero a 3 de marzo de 2019

Duración: 95 minutos

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* Fotos de Eva Feníes

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