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Santa Evita (1995) de Tomás Eloy Martínez


Santa Evita es una novela de gran calidad literaria que impacta y sorprende porque no es lo que esperas encontrar. No es una biografía ni un ensayo, es una novela de literatura periodística que se acerca al estilo propio de una novela de ficción y se lee con la misma pasión. Además, nos descubre una faceta poco conocida del mito, que se extiende más allá de su muerte. El otro protagonista del libro será el comandante Moori, sombra y devoción de su figura. Pero también hace un recorrido por la vida de Evita desde sus oscuros inicios hasta su llegada al poder como mujer del presidente Perón. Un relato profundo y sensible que, sin alejarse de los datos de investigación recogidos, describe unos personajes que parecen propios de la ficción, con las reflexiones y dudas propias de un narrador omnisciente, el escritor y periodista Tomás Eloy Martínez.






La novela empieza con los últimos meses de vida de Eva Perón (1919-1952) cuando ya se encontraba muy enferma por el cáncer que padecía. "Solo la idea de la muerte no le dejaba de doler. Lo peor de la muerte no era que sucediera. Lo peor de la muerte era la blancura, el vacío, la soledad del otro lado: el cuerpo huyendo como un caballo a galope." "Se oían rezos en las escaleras batiendo las alas como murciélagos."

Los detalles íntimos de su agonía se suceden con la sorprendente historia del embalsamamiento de su cadáver. Sin un orden cronológico, iremos descubriendo diferentes momentos de su vida, aunque la parte más curiosa y desconocida es el destino del cuerpo de Evita, propio de un relato absurdo pero que fue real.

Por sus páginas desordenadas, pero no confusas, iremos conociendo la infancia y juventud de Eva Duarte, el encuentro con Perón, su papel en la dictadura, no solo su intervención pública como salvadora de los pobres, consejera del pueblo, sino también en la esfera íntima, privada. Una mujer ambiciosa que, desde su pobreza e incultura, supo abrirse camino y conseguir lo que quería en la mayoría de las ocasiones. Hubo fracasos, también le faltaron apoyos cuando ya estaba instalada en el poder, incluso el de su marido en su carrera a la vicepresidencia. Perón aparece en esta novela como un personaje distante, algo desdibujado. Tomás Eloy Martínez ya lo había retratado en profundidad en otra gran novela, La novela de Perón (1985).

Evita, una mujer que fue un referente de la sociedad argentina, hasta su peinado fue imitado por las mujeres de su época, su vestuario generó moda y, ante todo, recibió el fervor y la adoración de los pobres. Con una labor de caridad, de resultados desastrosos pero eficaces en cuanto a fama y satisfacción de su ego, supo crearse un aura de heroína cuya muerte temprana reforzó. Su fotografía formó parte del altar de muchos hogares, rodeada de velas. La dictadura posterior no consiguió borrar su recuerdo.


Tras su muerte se encargó al español Pedro Ara conservar la belleza de Evita para la posteridad y su cadáver fue embalsamado consiguiendo que pareciera viva a través de un proceso complicado de mantenimiento. Para asegurar que nadie ultrajara el cuerpo, se llegaron a crear varias copias exactas del cadáver. Con Perón en el exilio, el nuevo gobierno militar no supo qué hacer con el cuerpo y se tomó la decisión de enterrarlo al mismo tiempo que las copias en lugares diferentes. Cada traslado, cada nueva ubicación (el entierro se retrasaba siempre por algún extraño accidente o fatalidad), dentro del más estricto secretismo, era seguida por el llamado "Comando de la Venganza": siempre aparecían velas y flores en torno a Evita. Una serie de extraños sucesos, una maldición en torno a los que la custodiaban perseguía la historia del cuerpo como si de un relato de fantasía se tratara.


Tomás Eloy Martínez reconstruyó la historia, muchos años después, a partir de testimonios directos o indirectos, algunos de ellos contradictorios, otros llenos de lagunas. El autor se interpela sobre la veracidad de los sorprendentes hechos que le relatan, contrasta los testimonios, intenta no rellenar los huecos de la historia.


La narración es ágil, la historia más propia de un relato inventado aunque sea auténtico y el estilo es cuidado, reflexivo. Hay un gran trabajo detrás de este libro pero el autor evita la tentación de ser profuso en datos, se centra con gran acierto en el objetivo de contarnos los hechos y bucear en la personalidad de Evita y de las personas que la rodearon y dan testimonio.

Una novela que no se conforma con todo lo escrito y publicado sobre Evita, sino que busca testigos más personales (algunos desconcertantes, curiosos) como Julio Alcaráz, el peluquero personal de Evita, una actriz de los años 40, el embalsamador español, el coronel Moori Koenig o Aldo Cifuentes, un hombre fiel del coronel.

Si Evita es la protagonista, no es la única, hay otro más en la novela, el coronel Moori espía y devoto de ella. Las venturas, locuras y desventuras de este coronel son un auténtico delirio que no voy a desvelar para aquellos que no hayan leído este libro.

Hay páginas llenas de ironía del destino, episodios trágicos e incluso patéticos, crueldad, ignorancia, absurdo... el cóctel de la vida y la gente que la puebla.


Santa Evita es una gran novela que merece estar entre los 20 libros latinoamericanos de obligada lectura si se quiere conocer la riqueza de esta literatura. No es representativa de ninguna corriente y tiene un gran valor en sí misma.


Editorial: Alfaguara

Páginas: 426



Algunas frases:

"¿Alguien puede embalsamar una vida? ¿No es ya suficiente castigo ponerla bajo el sol y en esa luz terrible comenzar a contarla?" p.183


"El pasado vuelve siempre, las pasiones vuelven. Uno jamás puede desprenderse de lo que ha perdido" p.262


"Mintieron porque habían decidido que la realidad sería, desde entonces, lo que ellos quisieran. Actuaron como actúan los novelistas.

La duda había desaparecido de sus vidas." p.154






Tomás Eloy Martínez (1934-2010) es un periodista, crítico de cine y escritor argentino que nos dejó siete novelas, algunos ensayos, cuentos y artículos. Escribió Santa Evita tras una crisis creativa que surgió después de escribir su otra gran novela, La novela de Perón (1985). Entre los dos libros publicó en 1992 La mano del amo, una corta novela bastante mala. En 2002 volvería a recuperar su inspiración tras Santa Evita y escribió otra buena novela, El vuelo de la reina (premio Alfaguara). Purgatorio (2008) sería un muy buen colofón a su carrera literaria.


Su vida fue muy azarosa, en 1975 tuvo que exiliarse de Argentina por la amenaza de la Triple A y vivió durante ocho años en Venezuela sin abandonar su profesión periodística. También fue profesor en Estados Unidos durante muchos años. Ejerció una lucha activa en defensa de los derechos humanos, fue colaborador de múltiples periódicos incluido el New York Times y El País. En su vida personal, estuvo casado en cuatro ocasiones.































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