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Jacob, Jacob (2014) de Valérie Zenatti


Impresionante novela de la escritora francesa Valérie Zenatti (1970) que, en un lenguaje preciso, sensible y lleno de belleza, nos acerca al mundo de un joven judío argelino cuya vida se interrumpe por la guerra.


Jacob es el hijo tardío de una pobre familia judía que vive en Constantina, una ciudad argelina entre montañas. En un espacio reducido convive con sus padres, su hermano Abraham y la mujer de éste, Madeleine, con sus tres hijos. Las mujeres y los hijos están sometidos a la tiranía de los hombres. Jacob ha terminado sus estudios, es el único de la familia que promete tener un futuro mejor, pero ha sido llamado a filas para combatir con el ejército francés para liberar Francia. Es el año 1944 y acaba de ocurrir el desembarco de Normandía.

Es la historia del tío-abuelo de la escritora.


La autora nos sitúa en el contexto de la época, el país (Argelia nos resulta ajeno), la sociedad multireligiosa de entonces y la mentalidad de aquellas gentes, contándonos la historia del protagonista de cerca, sin necesidad de profusas descripciones. Escribe de forma concisa y poética, nos lleva a la psicología de los personajes y nos aproxima de forma magistral a sus vivencias. Hay una gran sabiduría en la forma de llevar el relato y una calidad excepcional al penetrar en todos los aspectos que quiere reflejar. Aunque no sea perfecta, su genio nos eleva.


La historia está contada en un estilo lleno de lirismo, incluso en las escenas brutales de la guerra se infiltran imágenes de una naturaleza que "contempla" impertérrita, eterna, la acción destructora de los hombres. En algunos capítulos, como el descenso a la ciudad de Jacob al principio de la novela, el ritmo vital descriptivo está marcado por una escritura de frases cortas, entre comas, sin puntos, que mimetiza con el espíritu del personaje: ágil, ligero, feliz.


La novela está dividida en dos partes: la primera, que ocupa la mayor parte del libro, está centrada en Jacob; la segunda, nos relata el devenir de la familia tras el final de la guerra, unos años marcados por la lucha por la independencia de Argelia y la salida forzada de los judíos. Esta segunda parte parece un epílogo prolongado, un relato algo apresurado que merecía haber sido más desarrollado; aunque está escrito con el mismo estilo, parece menos cuidado, incluso el lirismo puede llegar a ser exagerado (el canto de los pájaros y Abraham, p.139).

La tiranía de los hombres en relación a las mujeres (y sus hijos, personas que no merecen todavía respeto) está maravillosamente retratada con la llegada de los maridos a su hogar: el silencio que se impone con los pasos, el servilismo en el reparto de la comida... Hay una escena, aparentemente banal, que resume ese desprecio a la mujer y que me dejó sin aliento: Jacob cuenta historias en las que imita a gente de alcurnia y se dirige en tono distinguido y respetuoso a las mujeres, las hace reír, se sienten fascinadas y "entrevén una vida quimérica en la que los hombres les hablarían como si las consideraran criaturas valiosas, dignas de respeto y amor".

El colonialismo francés, la división de clases sociales, la comunidad judía y musulmana, la escolarización, la ignorancia del mundo exterior y, sobre todo, la ignorancia de lo que significa una guerra... muchos temas se intercalan en esta novela corta.


Hay unos capítulos dedicados a la madre de Jacob que calan hondo: ella decide partir en busca de su hijo, de cuartel en cuartel, para tener noticias de él y llevarle comida. Esa mujer sometida, que nunca ha viajado sola, con el coraje suficiente para emprender ese peregrinaje para ver a su hijo antes de que vaya a la guerra, me ha recordado a otra gesta similar de otra madre en busca de su hijo: Ana, no (obra maestra de Agustín Gómez Arcos).


No quiero acabar con esta crítica sin dedicar unas palabras a los capítulos centrados en la guerra, escenas en las que la fuerza descriptiva de Valérie Zenatti alcanza su máxima expresión. Nos hará contemplar el caos, la dureza de las condiciones físicas, la acción irreflexiva e impulsada por los otros que van a su lado (el efecto grupo), siempre hacia delante disparando, sin mirar quién cae a tu lado... hasta que la pausa llega.

Los soldados evitan hablar del presente, del compañero caído, hablan del "antes", recordando anécdotas de su juventud que parece estar enterrada hace años, hablan del "después", de lo que harán a la vuelta, del atracón de comidas, de pedir la mano a la novia... Pero la imagen del compañero muerto, antes de dormir, aparece "aquel rostro carbonizado que clamaba el horror de un hombre convertido en carne pero que, al mismo tiempo, sugería que ya no era él, como si no estuviese muerto, de suerte que podría pensarse que simplemente había desaparecido, tal vez estaba en la enfermería..."

Espero haber transmitido parte de la belleza de este libro que os recomiendo.

Editorial: Armaenia

Páginas: 162

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