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Sueños y visiones de Rodrigo Rato


Muy atractiva crónica sobre Rodrigo Rato por su original y dinámico montaje. Humor cínico para esta tragedia social que, gracias a sus dos actores, subimos en un tiovivo que maldita la gracia que tiene.


Tras el juicio por las tarjetas black, Rodrigo Rato coge un taxi. El taxista, un tipo raro que lleva gafas iluminadas, se interesa por cómo han ido las cosas y no pone en marcha el coche.

Con este inicio, los dos actores nos harán un recorrido por la vida de Rato desde su infancia, marcada por el arresto de su padre, pasando por sus movimientos e hitos políticos llegaremos al momento cumbre con la imagen de la campana de Bankia y acabaremos en su enjuiciamiento.

La obra, cargada de humor crítico, se centra en el individuo como representación de la evolución de un sector de la sociedad, desde el franquismo a la democracia, siempre impregnado de corrupción aunque los caminos sean diferentes, siempre la ambición desmedida que cree no tener límites y estar por encima del resto.



Un relato de ascenso y caída del que conocemos los hechos pero, como nos dicen los actores, veremos en esta función hechos que son verdad-verdad y otros que son ficción-verdad.


En 14 breves escenas, con un montaje ágil y lleno de cambios de tono que hacen de la obra una divertida locura, aparecen múltiples personajes (Fraga, Aznar, Rajoy, familia de Rato...) que irá asumiendo Juan Ceacero. Sueños y visiones de Rodrigo Rato dinamita la biografía tradicional con un montaje que rompe la cuarta pared en mitad de una escena, para luego retomarla, utilización de micrófonos, explicaciones al público o entre los dos actores; incluso, en una ocasión, el personaje Rato abandona su papel y, en el rol de actor de sí mismo, se niega a afrontar una escena: Rodrigo Rato le dice a Juan Ceacero que no quiere interpretar la escena de Bankia y se sale del escenario, aunque luego tenga que volver para representarla.


Los dos actores hacen un magnífico trabajo cambiando de registro de forma continua y, sobre todo, dotando de credibilidad a los personajes (tan actuales) que interpretan. Aquí reside el gran trabajo interpretativo, mantener la realidad del personaje a pesar del desparpajo que muestran en este relato acelerado, desenfadado y grave de nuestra historia reciente.


Una obra de sabor amargo que disfrutas y te divierte gracias a un cinismo tan bien escrito, montado e interpretado.



Texto: Pablo Remón y Roberto Martín Maiztegui

Dirección: Raquel Alarcón

Intérpretes: Javier Lara y Juan Ceacero

Ayudante de dirección: Carlos Pulpón

Iluminación: Paloma Parra y Juanan Morales

Producción: Buxman Producciones

Teatro: Pavón Teatro Kamikaze

Reestreno: 15 octubre a 19 de noviembre de 2020

Duración: 70 minutos

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