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Madre Coraje y sus hijos


Una nueva versión de Madre Coraje y sus hijos, capitaneada por Ernesto Caballero y Blanca Portillo. El texto de Brecht me remueve, crítico, cruento, trágico. Esta función me deja frío. Una Madre que casi siempre habla enfadada, grita en exceso y no transmite emoción. Unas canciones en las que se desafina con frecuencia.



Brecht escribe la obra en 1939, al inicio de la Segunda Guerra Mundial. La acción bélica la traslada a la Guerra de los Treinta Años que afectó a Europa Central de 1618 a 1648. Madre Coraje es una vendedora ambulante sin escrúpulos, que trapichea con todo y vende a cualquier bando. Con ella viajan en un carromato sus dos hijos y una hija que no habla. Muy pronto uno de sus hijos será reclutado contra la voluntad de la madre. La crueldad de la guerra, a pesar de la sabiduría de la supervivencia y la fuerza tenaz de la Madre, hará mella en toda la familia. Una crónica despiadada que no perdonará a ninguno de ellos.


La obra es una dura crítica a la guerra y a la naturaleza humana en su estado más salvaje. Violencia, abusos, robos, mentiras, ambición desmedida, egoísmo, asesinatos por capricho... pero también amor maternal, inocencia, ilusiones. Un caleidoscopio de sentimientos que se entremezclan.


La tragedia es contenida, los personajes son duros y los hijos, dentro de su aparente inocencia, son los que sufren el destino que ellos no buscaban.


Hasta aquí la obra concebida y a veces puesta en escena con toda esa energía y complejidad. No es fácil llevarla con éxito.


En esta versión la dirección y la interpretación es lineal y monocorde. No puedo evitar la comparación, en todos los sentidos, del magnífico trabajo de Gerardo Vera y su equipo (allá por el 2010).


Blanca Portillo es una Madre Coraje que casi no cambia de registro en toda la representación, gesto y voz adusta, monótona en ocasiones y con frecuencia desaforada, a pleno grito. Ángela Ibáñez, en el rol de hija muda, también tiene una limitada actuación, más cercana a una niña borderline que emite guturales sonidos que a una joven traumatizada; no alcanza a transmitir nada en muchas escenas. Ignacio Jiménez tampoco se luce en su papel de hijo menor. A pesar de su breve actuación, destaca poderosamente Jorge Kent, un actor que ya ha demostrado su calidad interpretativa en numerosas ocasiones. La mejor actuación del elenco, con diferencia, la protagoniza Samuel Viyuela, en su papel de hijo mayor; capaz de transmitir emociones con su gran trabajo.


La escenografía la compone el propio escenario con sus tramoyas y cuatro elementos de utilería y el imprescindible carromato (menos mal que no lo suprimen). Al fondo, un letrero luminoso nos indica el título de la escena y la fecha en la que transcurre. Tan desnudo e inhóspito todo que no aporta nada a la dramaturgia.



Si no conoces el texto y, ante todo, no has visto otras versiones, esta función entusiasmará porque el drama que escribió Brecht es una obra maestra imperecedera que apela directamente al espectador.


Texto: Bertolt Brecht

Traducción: Miguel Sáenz

Versión y dirección: Ernesto Caballero

Intérpretes: Blanca Portillo (Madre Coraje), Samuel Viyuela (Eilif), Paula Iwasaki (Yvette, soldado), Ignacio Jiménez (Caradequeso), Janfri Topera (Capitán, Escribano), Ángela Ibáñez (Kattrin), Jorge Kent (Recaudador, Armero), Jorge Usón (Predicador), Paco Déniz (Cocinero), Bruno Ciordia, David Blanco, Raquel Cordero

Escenografía: Paco Azorín

Iluminación: Paco Azorín y Ernesto Caballero

Vestuario: Gabriela Salaverri

Composición musical: Paul Dessau

Ayudante de dirección: Nanda Abella

Producción: CDN

Teatro: María Guerrero 27 de septiembre a 17 de noviembre 2019

Duración: 125 minutos

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