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Orlando


Un vodevil agotador lleno de movimiento que, a pesar de la original puesta en escena y los ingeniosos recursos, aburre por ser una sucesión de escenas que se superponen sin contar nada interesante. La repetición acaba liquidando la función.


Esta floja comedia llamada Orlando no conserva el espíritu de la novela de Virginia Woolf, solo parte del argumento. El protagonista es un joven noble que se convertirá, en contra de su voluntad, en amante de la Reina Isabel I. Dos hechos inexplicables ocurrirán en la vida de Orlando: se prolongará su vida hasta el siglo XX sin envejecer e irá cambiando de sexo en algunas épocas. Con este planteamiento Virginia Woolf abordaba temas como el rol de la mujer, la moral, el amor...


Hay juegos que funcionan bien al principio de esta función pero no aguantan dos horas si la obra se queda en eso, el juego repetido. Así que, al principio de la función, Pedro Santos interprete a una Isabel I con espíritu drag queen resulta divertido pero, al sexto o séptimo juego de cambio de roles de género, deja de hacer gracia el recurso. Los comentarios y chistes de los biógrafos de la historia pueden sorprender la primera o la segunda vez, pero caen en la tentación del exceso.

Hay recursos cómicos que recuerdan, lejanamente, a la técnica de los Monty Python: la silla de la reina que portan con esfuerzo dos criados o la escena del patinaje sobre hielo. Buenos hallazgos visuales.


Nos encontramos en esta función con otro inconveniente: cuatro actores interpretan múltiples papeles con precipitadas entradas y salidas del escenario; si ya la obra es confusa por tanto cambio de género (Orlando incluido) y ese paso continuo de una microescena a otra con saltos en el tiempo... con esta dramaturgia se hace casi imposible seguir los acontecimientos y sus personajes. La confusión y la historia plana (si consideramos que hay una historia) me llevaron a un profundo desinterés por lo que ocurría.


Quizá si nos conformamos con el mecanismo del juego, nos dejamos hipnotizar por las repeticiones y reímos con facilidad las tontunas que nos ofrecen, puede que la función resulte divertida.


Paredes llenas de libros y páginas, la escenografía de Alessio Meloni, se integra en la idea de la obra: lo que vemos es testimonio de lo escrito por unos escribanos acerca de la vida de Orlando. También gran trabajo de Paola de Diego por su magnífico vestuario.


Tras acabar de ver esta función he sentido no solo decepción sino también una profunda pena. El trabajo que venía haciendo Teatro Defondo, el equipo integrado por Pablo Huetos y Vanessa Martínez, entre otros, era fresco, original. Desde fuentes clásicas, con un espíritu desenfadado y con aire de fiesta del teatro, nos hipnotizaban representando el drama desde la comedia. Magníficas fueron Los Atroces y La Teatropedia.

Esperemos que vuelvan a los orígenes, que recuerden que el teatro no se puede quedar en un simple juego, que no hay que olvidar la fuente desde la que se partió y recoger alguna de sus inspiraciones. La lectura debe ser más profunda.


Versión libre de la novela de Virginia Woolf

Dirección y dramaturgia: Vanessa Martínez

Intérpretes: Carolina Rocha, Pablo Huetos, Gustavo Galindo, Gemma Solé, Pedro Santos

Escenografía: Alessio Meloni

Vestuario: Paola de Diego

Iluminación: David Martínez

Producción: Companía Teatro Defondo

Teatro: Quique San Francisco Del 8 de febrero al 19 de marzo de 2023

Teatros del Canal 16 al 20 de octubre de 2019 Rebeca Sala como Orlando

Duración: 110 minutos

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