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Las cosas que sé que son verdad


La nueva colaboración de Julián Fuentes (director) y Andrew Bovell (autor), tras Cuando deje de llover, nos regala un intenso drama sobre una familia corriente, un pedazo de verdad (con sus mentiras) interpretada por unos estupendos actores.



Un matrimonio con dos hijos y dos hijas. Todo empieza cuando el padre recibe una llamada no deseada, rodeado de la presencia de su familia. Volveremos a ese momento fatídico, antes conoceremos a la familia. Primero a la hija que se ha ido a recorrer mundo como experiencia personal y se ha enamorado locamente de un chico... Nos lo cuenta corriendo alrededor del escenario, con el entusiasmo juvenil de su nueva pasión. Fracasado su amor, regresará al hogar paterno.

Poco a poco se sumarán las otras voces, cada uno contará su historia, los padres afrontarán los problemas de sus hijos y los suyos propios. La hija (Pilar Gómez) casada, con dos hijos, que se va a vivir a Canadá con su amante, también casado; el hijo (Borja Maestre) que se dedica a los negocios y hace ostentación de un alto nivel de vida; el otro hijo (Jorge Muriel) que va a confesar a sus padres su condición sexual...

Un jardín con flores acogerá las reuniones familiares, allí acudirán los hijos, casi siempre con prisas, allí afrontará el matrimonio su crisis, sus desacuerdos.


Alrededor de ese jardín central (el nido materno-paternal), se moverá la vida independiente de los hijos. La disposición del escenario, con cuatro gradas alrededor y los actores moviéndose (unas veces de frente, otras de espaldas), obliga al uso de microfonía. En alguna ocasión, esta ha restado intensidad a la voz o ha resultado impostada.


Los actores nos entregan unos personajes de forma apasionada, especialmente Candela Salguero en su vitalidad juvenil. Verónica Forqué majestuosa en su papel de madre protectora, desconfiada y chismosa con sus propios hijos. Julio Vélez contemplativo, natural, trágico callado en su destino o enérgico ante las decepciones de sus hijos. Jorge Muriel opaco y frágil, perfecto en su papel. Pilar Gómez nos deja sin respiración en esa carta-confesión dirigida a su madre. Borja Maestre es el otro personaje lleno de vitalidad, entregado, oscuro a veces, pero que casi roza el histrionismo con la escena y el diálogo más flojo de toda la función.

En esta ocasión, algunos momentos de entradas o salidas de actores no han estado tan bien dirigidas o coreografiadas como en la obra precedente. En cambio, Las cosas que sé que son verdad ha ganado en emoción, pasión; la evolución de los personajes y de la familia está mejor desarrollada y lo que ocurre llega al espectador con más sensibilidad. Muy especial la escena final en torno al padre, los teléfonos que se cuelgan mientras la vida sigue... es de una trágica belleza apabullante.

La historia podía haber sido contada de forma tradicional, los temas son corrientes, podemos identificarnos/los; es la inteligente forma de plantear la escena la que fortalece el contenido del drama además de embellecer y elevar el relato a la categoría de arte.

Las cosas que sé que son verdad es una de esas obras que emociona, remueve, interesa de principio a fin, en la que se entremezclan momentos de drama y humor; una ventana a la vida de una familia y el paso del tiempo.


La temporada teatral ha mejorado gracias a este regalo. Obligada reposición con más tiempo para que puedan disfrutarla más espectadores.

Texto: Andrew Bovell

Dirección: Julián Fuentes Reta

Intérpretes: Verónica Forqué, Julio Vélez, Pilar Gómez, Jorge Muriel, Borja Maestre, Candela Salguero Adaptación y traducción: Jorge Muriel Escenografía: Julián Fuentes Reta y Coro Bonsón Iluminación: Irene Cantero Música: Ana Villa y Juanjo Valmorisco Vestuario: Carmen 17 Ayudante de dirección: Angelina Mrakic Producción: Octubre Producciones, Teatros del Canal, Flower Power Producciones

Teatro: Teatros del Canal 30 noviembre a 15 diciembre de 2019

Duración: 120 minutos

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