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Arde ya la yedra



Intensa obra sobre el mundo del arte y el absurdo consumismo de nuestra sociedad que nos habla de la banalidad y las ilusiones perdidas, el tiempo que se repite como un palíndromo... Leve comedia cargada de profunda y negra ironía.






"Arde ya la yedra" gira en torno a dos historias que al final se entrecruzan en una exposición para una subasta de arte. Una rica snob propietaria de una galería de arte que quiere comprar la última obra de Jeff Koons (valorada en sesenta millones de euros) y tres jóvenes que se encuentran en un parque después de varios años.


La obra recae sobre esa patética mujer madura que simboliza lo superfluo de la sociedad actual, una mujer que debería representar la exquisitez de la cultura pero que nos demuestra un comportamiento de nueva rica, inculta y que necesita gastar porque el dinero no le supone ningún problema (frase que nos repite cual cateto de nuevo empaque). Frente a ella, tres jóvenes que no lograron alcanzar sus sueños universitarios y aceptaron trabajos para poder seguir adelante. Vita propone a los dos amigos que la acompañen a la exposición: su objetivo es dañar la escultura de Koons como acto de rebeldía frente a la superficialidad capitalista del arte contemporáneo. El desenlace no estará exento de ironía.


"Arde ya la yedra" adolece de un exceso de datos, una acumulación de información narrada muy interesante pero que puede sobrepasar la asimilación del espectador en detrimento de la dramaturgia. Cada una de las píldoras informativas tiene una justificación argumental, en el sentido de profundizar y ahondar en los temas que aborda la obra o en el personaje, pero produce cierta sobrecarga.

Por otra parte, los palíndromos en la lectura de la obra se entienden y disfrutan plenamente, en escena pierden algo del sentido (sobre todo frases largas).

Todo lo dicho no impide que se disfrute y se siga con gran interés la obra: la multitud de aspectos que aborda y la interpretación abierta de alguno de ellos enriquece la representación. Sólo mencionar un aspecto más y dejar un espacio al descubrimiento: me ha parecido muy sugerente y original todo el tema de la naturaleza (árbol, raíces, tierra, sonido) que se abre camino a través de nuestra artificial civilización.


Estupenda interpretación de los cuatro actores. Rosa Merás nos deleita con su personaje evitando cualquier parodia de sí misma, con absoluta naturalidad y "sencillez". Mª José Palazón aporta la frescura y vitalidad de la joven Vita con gran acierto. Adrián Navas y Daniel Jaén representan la fragilidad frente a la energía que contrapone la joven. La dirección de Rosa Briones ha sabido encontrar el equilibrio de acción y narración y, al mismo tiempo, dotar del necesario dinamismo escénico para agilizar la dramaturgia contando, además, con la dificultad de un espacio escénico muy esquemático (y adecuado, por otra parte).


"Arde ya la yedra" es una obra intensa, filosófica y crítica, que nos plantea, en varios frentes, cuestiones que cada uno resolverá conforme a su interpretación. Un reto para espectadores inquietos.



Texto: Francisco Javier Suárez

Dirección: Rosa Briones

Intérpretes: Rosa Merás, Mª José Palazón, Adrián Navas y Daniel Jaén

Ayudante de dirección: Virginia Rodríguez

Escenografía y atrezzo: José Luis Raymond

Iluminación: Cristina Santoro y Lía Alves

Espacio sonoro y diseñador audiovisual: Gastón Horischnik

Vestuario: Natalia Esgueva

Producción: TerritorioVioleta, Rosa Merás, Silvia Pereira

Teatro: Sala Cuarta Pared

Del 13 al 29 de enero

Duración: 90 minutos








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