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Cada átomo de mi cuerpo es un vibroscopio



Una propuesta interesante sobre Helen Keller y Anne Sullivan pero que provoca cierto desconcierto por los cambios de expresión escénica y cierta frialdad expositiva; un collage que, por sus desequilibrios, no alcanza solidez suficiente.





Este proyecto impulsado por Eva Rufo surge de la fascinación que le provocó la lectura del libro "El mundo en que vivo" que escribió Helen Keller, un interés que se comparte: Keller sufrió una enfermedad cuando tenía diecinueve meses y perdió la vista y el oído; en aquella época, finales del siglo XIX, estaba abocada al aislamiento. Con la ayuda de su maestra y posterior amiga Anne Sullivan, Keller no sólo supo superar el aislamiento sino que llegó a ser una mujer que destacó por su activismo y sus ideas; no sólo fue un ejemplo de superación, de coraje, también demostró una gran capacidad intelectual y una sorprendente sensibilidad.


Conforme nos acomodamos en las butacas del teatro La Abadía, podemos escuchar las respuestas que personas anónimas dan a la pregunta ¿qué harías si volvieras a nacer y supieras quién eres ahora?

A lo largo de toda la representación el vídeo con sobretítulos será un elemento importante en la dramaturgia. Así que empezamos la obra con el vídeo que recoge frases de una voz en off y muestra imágenes sobre la formación de la vida. De una forma poética nos dicen que nuestros átomos son polvo de estrellas...

Eva Rufo, con una camiseta con el nombre de Keller, se coloca unos cascos y se tapa los ojos, se transforma en el personaje con sus limitaciones. Esther Ortega, con su camiseta, será Anne Sullivan. La dura fase de aprendizaje, los pequeños logros que se siguen a otros, el rechazo de Keller en algunos momentos y la alegría cuando puede comunicarse y sobre todo cuando empieza a entender conceptos... Durante media hora representarán esa fase de aprendizaje y descubrimientos. Alcanzarán algunos momentos de intensidad pero más centrados en todo ese proceso de enseñanza y desarrollo mental, el camino de la oscuridad a la luz, que en las connotaciones de los personajes.

En una segunda parte, las dos actrices serán las protagonistas, mantendrán un diálogo personal sobre lo que supone para ellas esta historia real, lo que a ellas les hace vibrar en la vida, etc... entramos en el manido terreno de la autoficción. Ideas y explicaciones de las que es testigo el espectador y, una vez más, aflora la sensación de que los autores de la obra no confían de que podamos, por nosotros mismos, sacar las conclusiones y todo el jugo a lo que expone la obra. Nunca me ha gustado el pensamiento guiado.

En una tercera y última parte, algo más caótica, con planos diferentes, nos sumergimos en el mundo y las ideas de Keller y se cierra el círculo en torno al universo y la mística... incluso vemos a Helen Keller en el vídeo.


Sorprende ver a dos mujeres enfrentadas en su rol de alumna / maestra, que luchan de forma titánica y empecinada por cambiar una dramática situación y observar que los personajes de Anne y Helen no están definidos más allá de las dificultades y progresos en el proceso de aprendizaje. Supongo que en la idea de alejarse del biopic tradicional y dramático, de buscar una dramaturgia basada en los hechos y las preguntas que se generan (en lo general, no en lo individual) y en aras de utilizar formas expresivas diferentes, se ha sacrificado a los seres representados, se ha anulado la lógica relación entre ellas. Por eso, a la media hora de la representación se prescinde de la historia inspirada en la realidad y las actrices (y no los personajes) se convierten en las conductoras del resto de la obra, con una vuelta parcial al origen. También me ha sorprendido que a pesar de la notable interpretación de Eva Rufo hay escasa química entre ellas.


No podía obviar un comentario sobre los recursos que parecen colocados para aligerar la obra (o para ser innovador) que, desde mi punto de vista, no tienen justificación: el número de la espada láser de Star Wars, por ejemplo (no cuela lo de la Fuerza). La canción de Franco Battiato que bailan las actrices, al menos, tiene una letra cósmica que va al hilo de las ideas de Helen, además de alegrar la función en una parte final que estaba alargando de forma innecesaria la representación.


Muchas veces en un collage podemos ver la idea general, el concepto, y desde allí coincidir en el interés (incluso genialidad) que tiene la creación, pero vistas las partes (análisis de la obra) encontrar que algunas de ellas no encajan. A veces, esa idea representada puede resultar fría y no estimulante. Es lo que me ha ocurrido con esta obra.


Idea original: Eva Rufo

Dramaturgia: Rakel Camacho y David Testal

Dirección: Rakel Camacho

Intérpretes: Eva Rufo y Esther Ortega.

Escenografía: José Luis Raymond

Iluminación: Javier Ruiz de Alegría

Videoescena: David Martínez

Música y espacio sonoro: Miguel Gil

Vestuario: José Luis Raymond e Igone Teso

Movimiento: Julia Monje

Producción: Producciones Rokamboleskas en coproducción con Teatro de La Abadía y Hugo Álvarez Domínguez

Teatro: La Abadía

Del 16 de septiembre al 3 de octubre de 2021

Duración: 90 minutos























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