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Ferragus (1833) de Honoré de Balzac - con otras dos novelas




Novela que incluye una intriga conspiratoria y una historia de amor que mantienen cierto interés, aunque su verdadero valor es la descripción de las calles de París y sus gentes. Un Balzac entretenido pero con la tinta cargada en exceso en el melodrama romántico.






Tras una introducción farragosa sobre la sociedad secreta de Los Trece, argumento que agrupa tres de sus novelas (de las otras dos hablaré al final), el relato comienza con un paseo por las calles de París y un joven que ha encontrado, en un lugar nada recomendable, a la mujer que ama de forma platónica. El joven impulsivo es Auguste, barón de Maulincour, un oficial de la Guardia Real que se ha enamorado de una mujer que resulta estar casada. En ese encuentro inesperado se inicia una trama de intrigas en la que su vida corre peligro. El marido será quien desentrañe el misterio que envuelve a su mujer.

El argumento resulta un tanto barroco, propio de novelas que buscan impresionar con hechos sorprendentes, en el límite de la credibilidad.


La pluma de Balzac nos describe el alma de las calles parisinas y de sus personajes con su genio habitual: estos interludios de la aventura principal son lo mejor del relato; aunque más propios de un ensayo que de una novela, es una de las mejores características de este escritor que consiguió hacer una representación de su sociedad en ese proyecto llamado "La comedia de la vida". En esta novela corta también encontramos párrafos maravillosos, certeros y bellamente escritos que reflexionan sobre la duda de la fidelidad en el matrimonio, esa duda como una nube que, en apariencia, puede disiparse pero que impedirá la armonía, dejará rastros de su paso.

Y frente a estos grandes momentos narrativos, nos encontramos con lo peor de esta novela: diálogos excesivos propios del romanticismo melodramático que escritores de tercera han utilizado como estilo propio para vender y hacer sufrir, a las lectoras, momentos intensos.

Por otra parte, sorprende el defectuoso estilo narrativo de esta novela, las frases mal construidas (algunas mal traducidas y con errores gramaticales), párrafos que se alargan y que requieren una nueva lectura para desentrañar lo que quiso transmitir el escritor. He consultado dos traducciones y me quedan dudas sobre lo que Balzac pretendía decirnos. Es un autor de rápida escritura, sin correcciones, que en su efervescencia creativa dejaba algunas páginas que precisaría pulir. Quizá en "Ferragus" se resiente este hecho más que en otras obras suyas.


La intriga de "Ferragus" resulta interesante, un entretenimiento sin trascendencia. No obstante, la novela contiene algunos momentos magistrales fuera del romanticismo y el misterio.



Aquí os dejo algunas frases que recuerdan al mejor Balzac:

"Había perdido la única cualidad que nos hace vivir, la memoria".

"Los crímenes lo son según la pureza de las conciencias".

"Todos morimos desconocidos".

"Auguste, poeta como lo son los amantes (están los poetas que sienten y los poetas que se expresan, los primeros son los más afortunados)".


Sobre el cementerio Père-Lachaise plagado de tumbas y mausoleos pretenciosos reflexiona: "¡Es una comedia infame! Sigue siendo el todo París, con sus calles, sus enseñas, sus industrias, sus grandes casas; pero visto con el cristal empequeñecedor de los gemelos, un París microscópico reducido a las grandes dimensiones de las sombras de las larvas, de los muertos, un género humano que ya solo es grande en su vanidad"


Y una de sus geniales descripciones físicas: tenía "el cráneo grande, amarillo, desguarnecido, parecido a la rodilla que agujerea el pantalón de un pobre"


Y el pesimismo y la desconfianza hacia la mujer con tintes misóginos: "Así es la vida. Una mujer es siempre vieja y desagradable para su marido, pero está siempre radiante, elegante y arreglada para el otro".




Balzac publicó tres novelas relacionadas con la "historia de Los Trece", un grupo de hombres poderosos que forman una sociedad secreta para mover los hilos del mundo. En la primera de las novelas aparece representada por Ferragus y es el personaje que desencadena el drama. En "La duquesa de Langeais" la inclusión es anecdótica y en "La muchacha de los ojos de oro" podría suprimirse sin afectar al argumento. El recurso de una sociedad secreta está desaprovechado y, desde luego, no encaja con el realismo de la mayor parte de su legado literario.




LA DUQUESA DE LANGEAIS







La novela se inicia con la descripción del convento y del peñón donde se alza. Con pulso enérgico nos aproxima a la rigidez conventual que atrajo a "tristes mujeres cuyas almas, despojadas de todo humano vínculo, suspiraban por ese largo suicidio consumado en el seno de Dios"... hasta que Balzac aborda la historia romántica y vuelve a mostrar su vena más folletinesca en ese encuentro entre la monja, la duquesa de Langeais que ha huido del mundo, y el enamorado caballero. Volveremos al pasado, cuando la duquesa era una mujer casada por conveniencia, llevaba una vida separada de su marido y estaba entregada al coqueteo burgués de salones y fiestas. La novedad de los salones es un joven apuesto que ha servido con valor en el extranjero, el general Armand de Montriveau. La frivolidad de Antoinette, la duquesa, contrasta con la ingenuidad y la auténtica pasión del general.


Es la mejor novela del conjunto, más limpia de melodrama romántico aunque nos cuente también una historia de amor fracasada; con maestría nos va llevando por las diferentes etapas del enamoramiento y nos retrata la relación entre dos personajes muy diferentes que evolucionan y avanzan hacia un encuentro o entendimiento que, de forma paradójica, termina en divergencia. La conquista, el coqueteo, la atracción, la indiferencia, la seducción, la duda, la ambigüedad, son algunos de los aspectos de esta relación. Nos planteará algunas preguntas ¿El amor debilita y empequeñece? ¿Qué diferencia hay entre amor y pasión?


La situación que nos describe es consecuencia de la superficialidad de una clase social aburrida y, al mismo tiempo, provocada por esos matrimonios concertados por conveniencia ante la indefensión de la mujer. Un matrimonio sin amor en el que cada uno busca sus propias salidas. Como siempre, el marido podrá tener las amantes que quiera sin repercusiones pero la mujer tendrá sus límites y, en caso de traspasarlos, se encontrará rechazada por la sociedad (incluso los hijos naturales mostrarán su ingratitud a la madre cuando se conviertan en hombres, tal y como señala Balzac).


Una de las partes mejores de esta novela la encontraremos en la habitual digresión de Balzac: magnífica la disertación sobre la aristocracia y su decadencia frente al ascenso del poder económico de la burguesía. Entre otras ideas nos habla de la aristocracia oligárquica debilitada por su búsqueda individual de poder (intereses individuales y enfrentados), su inmovilismo frente a los cambios, siempre aferrada por mantener la apariencia de clase mientras el mundo evoluciona. Son tiempos de energía nueva, tiempos de la inteligencia y de la ciencia.

El escritor arremete, con fina ironía, contra la nobleza superficial y caduca, la vacuidad de sus conversaciones en las reuniones y, en definitiva, de sus propias vidas.


Balzac describe así el desencuentro de la pareja, aunque compartieran su inexperiencia en el amor: "Conocía ella muy poco de su teoría, ignoraba su práctica, no sentía nada y reflexionaba en todo. Montriveau conocía poco la práctica, ignoraba la teoría y sentía demasiado para reflexionar."





LA MUCHACHA DE LOS OJOS DE ORO







Este relato es una historia trágica de amor. El joven, guapo y rico De Marsay se encuentra a la vuelta de todo, ha obtenido en su corta vida todo lo que ha querido sin dificultades. Pero un día cae rendido ante una bellísima joven de ojos dorados que se encuentra en el Jardín de las Tullerías. El interés se acrecienta con el misterio que la rodea: una mujer encerrada en un palacio con un pasado desconocido. La intriga incrementa el deseo por conseguirla. Pero, ¿quién la guarda en esa prisión? El misterio se resolverá al final de la novela en otra vuelta de tuerca que nos tiene preparada Balzac.

El retrato machista del protagonista es aplastante, un conquistador que no conoce el amor ni sabe apreciar a las mujeres.


Como ocurría en "Ferragus", la novela empieza con la fuerza descriptiva del mejor Balzac y su certero análisis de la sociedad parisina, la sociedad capitalista de la época que guarda muchos puntos en común con la actual. Sobrecoge cómo nos desnuda las clases sociales, que llega a equiparar a los círculos del infierno de Dante; los hombres se mueven impulsados por el oro o el placer. El obrero malgasta su esclava vida emborrachándose en los bares y abandonando el cuidado de su familia; el comerciante que, también está atado al trabajo, se deja arrastrar por la efervescencia de ganar dinero y divertirse, no encuentra descanso; al burgués, encorvado bajo el peso de los negocios, le falta tiempo en la vida, no disfruta de nada y se corrompe... También reserva unas palabras para los artistas, en los que la competición y las calumnias asesinan los talentos.


A pesar del chauvinismo de Balzac, éste le dedica unas frases nada contemplativas a París y su macilenta población, las miasmas de la ciudad y la suciedad de su alcantarillado. Un poco más adelante, a modo de compensación, nos dice que París es un navío sublime cargado de inteligencia...


A diferencia de las otras historias de amor "La muchacha de los ojos de oro" está cargada de sensualidad y erotismo. Balzac nos lleva por diferentes fases del deseo desde la obsesión, incrementada por el misterio y lo prohibido, la conquista y la pasión, hasta la posesión final. De forma sutil nos aborda el sadismo y el travestismo, aspectos prohibidos en la literatura de la época y que al ser sólo esbozados pueden quedar confusos en la historia, sobre todo cuando pueden ser causa del desenlace.

Lástima que Balzac no eliminara los aspectos melodramáticos impropios de este relato de deseo.




Un apunte final a esta trilogía.


Si en "Ferragus" nos presentaba Balzac el amor platónico del enamorado y el amor fiel del marido, en "La duquesa de Langeais" nos retrata el arte del amor como juego de seducción que acaba en el auténtico amor y en "La muchacha de los ojos de oro" nos acerca a la sensualidad del deseo y las relaciones sexuales. El placer aburrido está presente en esos jóvenes burgueses que ya han conseguido todo y buscan satisfacer el juego para llenar sus vidas.

Desconozco si era la intención de Balzac exponernos esta progresión del amor. Lo que sí tengo claro es que es mejor nexo que esa historia confusa y no bien desarrollada de una sociedad secreta.



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