top of page

Mi año de descanso y relajación (2018) de Ottessa Moshfegh



Extraña y original propuesta de la norteamericana Ottessa Moshfegh (1981) que, en esta novela, nos lleva al mundo del duermevela buscado por una mujer vacía y desilusionada de la vida que quiere, a través del aislamiento y las pastillas, pasar un periodo ausente de todo con la esperanza de una renovación vital: es lo que llama irónicamente su año de descanso y relajación.

Lástima que la idea no se desarrolle a fondo y el final decepcione.






La protagonista y narradora nos relata su aburrida vida neoyorkina, la ausencia de interés por su trabajo, por la sociedad que la rodea... Es una joven rica que ha reducido su rutina diaria a su piso y al barrio que la rodea, carece de familia (sus padres han muerto) y ha fracasado sentimentalmente con el único hombre del que siempre ha estado colgada, Trevor. Sólo mantiene contacto con su psiquiatra, el portero de su casa, los egipcios de la tienda donde compra suministros, la farmacia donde compra drogas, su amiga Reva (a la que detesta) y, esporádicamente, Trevor (casi siempre por teléfono).

Decide drogarse para permanecer el máximo tiempo posible dormida, aprovechando que su psiquiatra le receta de todo y sin límites, y caer en un estado de somnolencia, confusión y sonambulismo en el que muchas veces no sabrá qué ha hecho en esas horas de ausencia. Somníferos y alcohol, televisión en permanente funcionamiento (verá en bucle películas, series, cualquier programa) para conseguir ese estado de hipnosis que ella busca para romper con todo y regenerarse, sin tener claro si tendrá sentido.


Moshfegh no dibuja un personaje deprimido al uso ni dependiente de los barbitúricos (los deja cuando ella así lo decide) sino una mujer infeliz y deprimida que quiere encontrar una salida y, dejándose llevar por un impulso irreflexivo, se embarca en una situación extrema para cambiar, o no, su estado mental y vital.

Al principio de la novela nos encontramos con un tono crítico e irónico que promete una disección de la sociedad consumista y superflua que nos rodea pero pronto desaparece ese punto narrativo. Hubiera sido muy interesante si la autora lo hubiera desarrollado teniendo en cuenta que la protagonista nos muestra un egoísmo, esnobismo y banalidad equiparables a lo que ella misma critica en los demás y que son causa de su propia crisis.

En lugar de seguir por esos caminos prometedores, la autora se embarca en describirnos con detalle el estado disfuncional de la protagonista, lo que consume y lo que hace, el estado anímico y la situación de irrealidad en la que cae. Aunque nos relata con fuerza y de forma muy realista el estado mental de la protagonista, no es suficiente para mantener el interés porque cae en un bucle de situaciones repetidas o semejantes.


Por otra parte, hay un erróneo cambio de estilo narrativo en las partes del libro que desarrollan las conversaciones que la protagonista mantiene con la psiquiatra: el personaje de la doctora es absolutamente inverosímil, con un buscado tono humorístico absurdo con el que no he conectado por parecerme bastante estúpido. Hay otras salidas de tono injustificadas como la vagina imaginada de Whoopi Goldberg.


La lectura se sigue con interés sólo por descubrir cómo va a terminar el experimento de la protagonista, cuáles van a ser las consecuencias personales y de los personajes que la rodean, ya que los capítulos reflejan pocas variaciones una vez que la protagonista se abandona al estado de inconsciencia. Por eso, encontrarme con un final de novela tan deshilvanado resulta frustrante. Moshfegh no ha sabido resolver esa última parte.


La originalidad de una idea inicial, una vez más, se demuestra insuficiente si no se desarrolla adecuadamente. Para conseguir una buena novela hay que trabajar más duro.



Editorial: Alfaguara

Páginas: 253

Busco...
PRÓXIMOS RETOS
OBRAS DE TEATRO
OBRAS DE LITERATURA

Únete ahora a nuestra lista de correo

bottom of page