True West
La representación de "True West" alcanza su significado e interés tras la reflexión, una vez acabada la obra; durante la misma, por su ritmo lento, diálogos insustanciales y situaciones de forzado tono, me produjo desinterés, cierto sopor. La magnífica interpretación de Tristán Ulloa transformó en tolerable el lento transcurso de los minutos.
En la casa de la madre, en una zona desértica próxima a Los Ángeles, se encuentran dos hermanos que hace cinco años que no se han visto. La madre ha dejado a su hijo Austin el encargo de cuidar la casa y regar las plantas. Austin está casado, tiene familia y es guionista: en este momento está escribiendo un guion que va a intentar vender a un productor de cine y televisión. Su hermano Lee es un vividor que subsiste de pequeños hurtos, trampas que urde con su encanto...
En ese lugar solitario (unos pocos vecinos en la urbanización) y al calor del verano, no tardará en estallar el conflicto entre los hermanos. Austin, apocado y pusilánime, se dejará dominar por su hermano; Lee, siempre borracho, irá desestabilizando a su hermano hasta embaucar al productor que se quedará con la idea descabellada de Lee para hacer una película...
El principal problema de la representación es el ritmo excesivamente lento y los diálogos banales que tardan en dibujar a sus personajes y rellenan la función de momentos intrascendentes. Pasan diez minutos y no ha ocurrido nada, pasan otros diez y he perdido el interés, me aburre.
La obra de Shepard parte de un aparente realismo que puede recordar a Tennessee Williams pero pronto surge el humor, cargado de cierto cinismo, y situaciones que se tensan o se exponen con connotaciones absurdas. El choque que produce ese absurdo no queda integrado en el carácter general de la representación y provoca cierto rechazo; si el absurdo no fuera tan tibio quizá podría encajar mejor, en una contraposición más clara con el argumento realista de toda la función.
La sumisión de Austin hacia su hermano resulta en algunos momentos muy ridícula, la actitud de la madre (parada y con la boca abierta) diciendo a sus hijos que se peleen fuera, parece un chiste mal contado...
Lentitud e "injertos", dos factores en la función que provocan desinterés por lo representado.
La interpretación de Tristán Ulloa es apabullante, desempeña el papel de libertino amargado, hiperactivo y borracho con naturalidad, rico en matices gestuales, con su voz contundente... un papel muy complicado de sostener durante toda la función y que sólo grandes intérpretes pueden dar auténtica vida. Kike Guaza lo tenía más difícil con esa caracterización física exagerada de apocado y poca cosa y las situaciones inverosímiles frente al hermano, y está a la altura de las exigencias del personaje: la desconfianza, el miedo en su rostro y en la apariencia de indiferencia... aunque, luego, no me convence tanto en la escena inicial de desmelenamiento (muy afectado) y el justito rol de borracho. Frente a la tortuosa relación de estos personajes, los esporádicos José Luis Esteban (el productor) y Jeannine Mestre (la madre) tienen un papel más próximo a comedia insertada que resuelven con un tono casi de vodevil.
Como decía al principio, el valor de la obra subyace en los temas que aborda, las diferentes capas del texto que encontramos tras el análisis posterior: la crítica al sueño americano )el fracaso del que trabaja duro frente al que improvisa y convence, el mercantilismo frente a las buenas ideas), la oculta admiración al otro, al que se idealiza (en realidad los dos son unos fracasados) y se desprecia al mismo tiempo, de forma destructiva...
Texto: Sam Shepard
Adaptación: Eduardo Mendoza
Dirección: Montse Tixé
Intérpretes: Tristán Ulloa, Kike Guaza, José Luis Esteban, Jeannine Mestre
Escenografía: Sebastià Brosa
Iluminación: Rodrigo Ortega
Vestuario: Reme Gómez
Producción: Octubre Producciones, Tanttaka Teatroa y Bitò
Teatro: Teatro Español Del 28 de octubre al 27 de noviembre de 2022
Duración: 100 minutos
